Por su historia, la mala; su reputación, la pésima; su dirigente, pues él, la construcción del Frente Amplio ha tenido desde su formación un problema a cuadrar con el PRI.
De enemigos por décadas a aliados, el PRD y el PAN nunca han sabido qué hacer con unas siglas y un partido que, por una parte, les acarrea mala imagen —después de todo, lo han combatido por años—, pero saben de su aún disciplinada estructura y presencia nacional que, aunque muy disminuida, no tienen las otras fuerzas políticas.
No solo eso, los priistas han llegado a la actual etapa del proceso de elección de la futura candidata presidencial del Frente bastante más fortalecidos que cualquiera de los otros dos partidos. Entre otras cosas, porque la primera fase —y seguirá pasando en la próxima y definitiva— dio particular fuerza a las estructuras partidista de movilización. E internamente la dirigencia del partido se volcó sobre Beatriz Paredes. Por eso ahora el PAN se debate con dos candidatos —uno solo puede imaginar las presiones sobre Creel para que decline— mientras que el tricolor pondrá toda su fuerza, cualquiera que sea el tamaño, detrás de Paredes.
Si de por sí el panismo del Bajío y el más tradicional tiene problemas con algunas posiciones de Xóchitl Gálvez, frente a un PRI empoderado con una candidata viable aunque sin la fuerza de Xóchitl entre los que se dicen “no partidistas”, cualquier cosa puede pasar en la contienda interna.
Los sondeos que hasta ahora se conocen y en el entendimiento que es muy temprano en la carrera del 24, Gálvez sigue apareciendo más competitiva que Paredes frente a Claudia Sheinbaum o Marcelo Ebrard. La pregunta y el dilema de los frentistas será qué harán si por el método elegido es Paredes la de mejores números el 3 de septiembre.
¿Están dispuestos los panistas que, insisto, ya dudan de Xóchitl a apoyar el próximo año a una priista? ¿Lo están los perredistas que, aunque menos, ahí están? ¿Podría Paredes, en caso de ganar, convocar a los electores “no partidistas” a votar por ella con todo y el logotipo que representa?
Al liderazgo panista —es un decir— lo ha rebasado hasta ahora el colmillo priista. De cómo se dirima esa relación depende si el Frente tendrá cómo competir el próximo año.