En 1995 el entonces vicepresidente del Banco Mundial, Ismail Serageldin, advertía que las guerras del Siglo XXI se librarían por el control del agua, ya no tanto por el petróleo. No estamos muy lejos de ello. De acuerdo con la ONU, las sequías en el mundo han aumentado un 29% desde el 2000 y, de seguir la tendencia, se estima que, en 2040, 1 de cada 4 niños no tendrá acceso al agua.
En México, hace un par de semanas Conagua y Semarnat declararon el inicio de la emergencia por sequía. Actualmente, 31% de los municipios en nuestro país (764) la enfrentan algún grado. La mayoría, 487, sufren sequías moderadas, y cinco ya sufren las consecuencias de sequías excepcionales. Los estados más afectados son Aguascalientes, Baja California y Querétaro, con 100% de sus municipios en sequía (cutt.ly/aLVjDwQ).
El caso más mediático es Nuevo León, que desde febrero declaró una emergencia anticipando que el agua en sus presas no sería suficiente. No estaban equivocados. Algunos habitantes cuentan con agua solo unas horas al día, mientras otros denuncian no tener acceso por tiempos prolongados. Incluso, fuerzas de seguridad del Estado resguardan las presas para evitar el “huachicoleo del agua”, nuevo emprendimiento del crimen organizado.
En Jalisco no hemos llegado a una situación de emergencia, todavía. Sin embargo, Conagua afirma que Guadalajara ya presenta una “sequía moderada”, mientras que Tlajomulco, Tlaquepaque, Zapopan y Tonalá están en la categoría de “anormalmente seco”. Que no nos distraigan las tormentas del temporal, si no se revisa a fondo el esquema de gestión del agua muy pronto la situación será crítica.
Para empezar, hay que desmontar el mito de que el problema es de escasez; no es así, el problema es de acceso. En un país con crecientes sequías, las empresas multinacionales no sufren por el vital líquido. Por ejemplo, Coca-Cola, Pepsi, Nestlé y Bimbo consumen unos 133 mil millones de litros de agua en sus procesos de producción de alimentos y bebidas -chatarras- (ver cutt.ly/ZLVRcmN). En contraste, el consumo total anual de Guadalajara es de unos 293 millones de litros (SIAPA).
Más que “derecho humano”, el del agua parece un “derecho corporativo”.
Carlos Iván Moreno Arellano
Twitter: @carlosivanmorenoc