Al menos diez de las universidades más importantes de Estados Unidos decidieron no participar en el ranking universitario US News, creado en 1983, y el más influyente a nivel nacional para atraer estudiantes. En poco tiempo serán más las universidades desertoras. La razón, en palabras de Kerry Abrams, decano de la facultad de leyes de Duke: “el ranking utiliza técnicas de encuesta defectuosas y fórmulas opacas y arbitrarias, que carecen de transparencia” (t.ly/nJ7m).
Las universidades están reconociendo que los rankings se están volviendo obsoletos. Centrar la evaluación en el número de profesores con Premios Nobel o en encuestas sobre el reconocimiento de marca de las universidades es cada vez más irrelevante, lejano de las experiencias de aprendizaje.
A la par de que se cuestionan los rankings, crece el interés por evaluar más las habilidades transversales de las y los estudiantes; las dinámicas en el aula. Con la irrupción de la pandemia y los asombrosos avances en herramientas de inteligencia artificial (IA) ha sido muy claro: el mayor valor de las instituciones de educación superior está en sus procesos y los resultados de los aprendizajes. Justamente lo que no evalúan los rankings universitarios.
Se está gestando un cambio, ya no se trata sólo de insumos sino de experiencias de aprendizaje: en qué medida las universidades son capaces de fomentar entre sus estudiantes las “habilidades del siglo XXI”, tales como pensamiento crítico, creatividad, resolución de problemas, comunicación y trabajo en equipo; habilidades esenciales para que puedan desenvolverse fuera de las aulas, en el nuevo mercado laboral.
Es ahí donde las universidades enfrentan un gran reto. De acuerdo con un estudio de la OCDE, donde evaluaron las habilidades de pensamiento crítico entre estudiantes de universidades de seis países (EEUU, Reino Unido, Finlandia, Italia, Chile y México), sólo el 45% eran competentes en pensamiento crítico; en México fue apenas el 33% (t.ly/KEya).
Ante este escenario, las universidades reconocen la urgencia de cambio; los rankings deben hacer lo mismo. El fin de las evaluaciones tradicionales, centradas en insumos, es cuestión de tiempo.