Lo diré para estar a tono con el lorismo deportivo: la justa mundialista ha comenzado, el balón ya empezó a rodar, la pasión se ha encendido y el “juego del hombre” se hizo presente en tierras cataríes. Algo así se ha escuchado a lo largo de los días recientes y, al menos en México, ya se distinguen dos bandos, el team pambolero, del que se desprenden los aficionados de moda y los enterados, y el team reticente del esférico, sus circunstancias y agravios sociales.
De los primeros, habrá que subrayar a los llamados “Fifas”, especímenes clavadazos en la textura del balompié que no tienen un detalle para sus chiquitas, pero sí que son capaces de estar al pendiente del partido de Argentina a las 4 de la mañana. De los segundos, pululan en redes sociales sus reclamos señalando con dedo flamígero las garrafales pifias del país anfitrión en materia de equidad e igualdad de género, de derechos humanos y respeto a la diversidad sexual.Naturalmente no es de Dios andar quebrantando ciclos de sueño, pero tampoco resulta muy atractivo que digamos ir en pos del boicot a la de gajos, por mucho que en Medio Oriente anden peor que medio orientados en el trato a locales y forajidos. Sería todo un detalle que los paisanos que se quedaron en tierras tenochcas predicaran con el ejemplo y se levantaran temprano para hacer sus deberes, y que los críticos del status quo organizaran el boicot, pero de la vida diaria en México, que tampoco tiene mucho que envidiarle a Catar.Lo que de verdad no se vale es que no haya un sector que defienda el derecho de los mexicanos a ponerse hasta las manitas, durante los partidos de los ratones verdes y otros combinados menos lamentables. Desde la cancillería azteca se tendría que haber mandado de menos una nota diplomática para que tanto turista balompédico pudiera hacerle honor al nombre. Eso ante el inminente riesgo de que el respetable se tenga que chutar sin chíngueres de por medio la labor de la Salación Nacional. Andar sobrio y ante semejante miseria, eso sí tendría que estar prohibido.
Haiga sido como haiga sido, ya inició el show, y para enjugarse la fiebre del Mundial están doscientos cincuenta mil programas de análisis y bodrios de entretenimiento, con las consecuentes e incansables campañas publicitarias donde sí figuran futbolistas que acabaron borrados de la nómina final. Para los duros a favor, están los canales donde se despliegan tomas y detalles de los encuentros en tiempo real. Para los reaccionarios las redes harán lo suyo mientras ensayan un complot digno de mejores momentos. Y para el resto hay algunos buenos pretextos para enajenarse y pretender olvidar, como reza el tango de Enrique Santos Discépolo, que el mundo fue y será una porquería. Y este país que se cae a pedazos también.
Carlos Gutiérrez
@fulanoaustral
