Cultura

Cuellos de texto

Es curioso cómo hay cosas que a pesar del tiempo se quedan en la memoria y cómo muchas otras se escapan. Conservo en el baúl de los recuerdos un número telefónico, el de la casa de mi abuela paterna, que en aquellos tiempos aún era de cinco cifras. No se requieren grandes facultades para almacenar datos de ese tamaño, pero habiendo pasado más de cuarenta años, llega un momento en que la chompa se declara llena de olvido.

Por aquella época no había, como resulta evidente, el menor asomo de la telefonía celular que hoy tenemos como paisaje cotidiano. Si se esperaba una llamada había que empeñar paciencia, alma, vida y otra cosita hasta que ocurriera. En los años ochenta El Coque Muñiz le cantaba a ese trance en una de las fechorías más impronunciables de la música nacional. Y todo mundo sabía que así funcionaba la dinámica telefonómana, como remataba Lucerito, también por aquel tiempo, en una cancioncilla no menos infame.

Los años pasaron y las secuencias para hacer una llamada han ido de cinco a seis, luego a siete y por último a diez, tanto en formato fijo como personal, haciendo humanamente inviable que alguien en su sano juicio pueda retener algo más allá de su propio número y a veces ni eso. En el mundo melómano transitamos de Telephone line, de Electric Light Orchestra, y Telephone (Long distance love affair), en voz de Sheena Easton, a El celular de Los Tigres del Norte y Telephone, de Lady Gaga y Beyoncé.

Y con la dinámica de la numeralia se nos vino el fenómeno de los usos ulteriores del aparatejo del infierno en que acabó convirtiéndose el chunche aquel, incluso llegando al punto de obviar su función original. ¿En qué momento sucumbimos como sociedad a la enajenación digital? Lo cierto es que hoy por hoy la memoria ha dejado de depender de sí misma para subsistir. Basta que el aparato, el chip, la nube o la web tengan la información y asunto arreglado.

Y de la dependencia mejor ni hablamos. Los males de la vida posmoderna habrán de nutrirse con reiteradas lesiones en las cervicales, en un asunto que los especialistas llaman Text neck syndrome. Y que nos coloca como adictos en potencia a un dispositivo al que estamos encadenados, colgando de forma perenne el cráneo mientras chateamos, gastamos el tiempo en redes sociales, vemos videos o simplemente naufragamos en internet.

Hay un cortometraje egipcio que ilustra a la perfección el tema. Se titula "L'altra par" y en un par de minutos consigue mostrar cómo las personas se aíslan en la tecnología y olvidan la interacción humana. Al menos la presencial, porque suelen preferir la proximidad con quienes están lejos, manteniendo a distancia a los que se encuentran cerca. Por ello sé que no exagero cuando digo que la vida es eso que transcurre mientras nos perdemos en el celular. Y pensar que en muchos casos todo comenzó con unos cuantos dígitos.


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Carlos Gutiérrez
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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