El Medio Oriente vuelve a estremecer al mundo.
El enfrentamiento entre Irán e Israel, intensificado por ataques directos, amenazas regionales y tensiones globales, ha encendido alarmas más allá de sus fronteras.
México, pese a su distancia geográfica, no está exento de los efectos colaterales de este conflicto.
En un mundo interconectado, la geopolítica se siente incluso en los anaqueles del supermercado y en el precio del combustible.
1. Energía y economía doméstica: una onda expansiva en los bolsillos
Uno de los primeros impactos visibles es el alza en los precios del petróleo. Irán controla rutas estratégicas como el Estrecho de Ormuz, por donde transita casi el 20% del suministro mundial de crudo.
Si se ve amenazado este corredor, los mercados reaccionan con volatilidad y los precios internacionales se disparan.
Para México, esto representa un arma de doble filo: aunque es exportador de petróleo, importa gran parte de sus gasolinas.
Por ello, un aumento en el precio del crudo podría traducirse en:
Gasolina más cara para los consumidores.
Costos de producción y transporte más altos para las empresas.
Presiones inflacionarias que afecten a la población en general.
2. Vulnerabilidad cambiaria y financiera
Las tensiones internacionales provocan huida de capitales hacia activos seguros como el dólar estadounidense, depreciando monedas emergentes como el peso mexicano.
A esto se suman posibles caídas en las bolsas y ajustes en la política monetaria global.
La consecuencia: un entorno financiero más incierto para México, complicando decisiones de inversión, endeudamiento público y políticas de gasto social.
3. Diplomacia y posicionamiento estratégico
México ha reiterado su compromiso con la paz y el multilateralismo.
Sin embargo, el creciente involucramiento de Estados Unidos —principal socio comercial y aliado regional— podría presionar al gobierno mexicano a tomar posturas más definidas.
¿Mantendrá México su histórica neutralidad o cederá a alineamientos estratégicos?
Esa decisión influirá en su credibilidad internacional y su capacidad de mediar o cooperar en escenarios multilaterales.
4. Impacto logístico y comercial
Israel es un socio comercial importante para México en sectores como tecnología médica, ciberseguridad y maquinaria especializada.
Las interrupciones derivadas del conflicto pueden generar cuellos de botella en ciertas industrias. Asimismo, bloqueos en rutas marítimas internacionales pueden encarecer y retrasar importaciones clave.
5. Repercusiones sociales y estabilidad interna
Si el conflicto se prolonga, el efecto económico podría escalar hasta traducirse en malestar social.
Aumentos en precios de alimentos, transporte y energía afectan especialmente a los sectores más vulnerables, y podrían tensar aún más el tejido social tras años de pandemia e inflación.
México no es un actor protagónico en el conflicto Irán-Israel, pero sí es un espectador con mucho en juego. En un tablero geopolítico cada vez más impredecible, la distancia geográfica ya no es escudo suficiente.
La anticipación, la diplomacia estratégica y la resiliencia económica serán clave para que México enfrente con firmeza las llamas ajenas que, poco a poco, calientan su propia casa.