Cuando uno cree que en esas parodias de gobierno que llamamos mañanera se ha dicho todo, nuestro Presidente decide superarse a sí mismo y como cualquier standupero se avienta una nueva pejejada.
Ahora se le ocurrió ir tras la horrible, conservadora, llena de maldad y sin escrúpulos clase media.
Para el ejecutivo, este sector socio-económico al que acusa de estar en su contra, le da la espalda a su prójimo, tiene el terrible pecado de ser aspiracionista, apoya a los gobiernos corruptos, carece de libre albedrío ya que son fácilmente manipulables e incluso muchos de ellos asisten a “misa”.
Si, amigo clase mediero, usted, yo y muchos más, somos ahora enemigos del gobierno.
El querer preparase, partirse la madre para buscar una vida mejor para los hijos o incluso tratar de incrementar el nivel educativo propio y el de los nuestros, es algo que no le gusta a nuestro Presidente, es más, somos los culpables de que este proyecto de país no avance.
Y qué bueno que su proyecto 4T no avance, a los mexicanos nos gusta superarnos y no es ningún pecado.
Si nuestro tlatoani está enojado y no tiene aspiraciones, no desea ser un mejor mandatario o se conforma con su forma charra, teatrera e incluso burlona de gobernar, allá él, pero que no nos quiera tener a todos en la mediocridad, nada más por qué el señor Presidente no puede manejar sus emociones y despotrica contra todo lo que no le gusta.
López Obrador, está enojado, por más que quiera pintarse una sonrisa cada vez que habla de sus resultados electorales, es claro que recibió un duro golpe en la ciudad de México.
Pongamos atención a los números. De cara a un 2024, las cifras son claras pero muy poco comentadas. Morena perdió 9 alcaldías en la ciudad de México y el discurso triunfalista dirá que en lugar de ver este resultado, veamos que se ganaron más gubernaturas.
Es verdad, pero el dato duro es que en estas nueve alcaldías viven un total de 4 millones de personas, cifra superior a la población total de 5 de las doce entidades estatales donde el voto morenista prevaleció, el bastión de la izquierda ha caído y eso calienta, claro que calienta y mucho.
Para nuestro célebre mandamás, no son los errores de su administración o de sus allegados, quienes lo hicieron perder en la ciudad de México.
No claro que no, la pandemia o la tragedia sin culpable de la línea 12 no afecta al electorado, los culpables somos nosotros, los que nos dejamos influenciar, los egoístas que queremos superarnos, los que criticamos la política de “abrazos y no balazos”, los que creemos en los medíos de comunicación conservadores y chayotistas.
Tal parece, que el ardor es mucho y que López Obrador es quien necesita un poco de esa pomada que el mismo recomienda.
Yo pensaba que con un congreso más plural, habría mejores intenciones de gobernar desde palacio nacional, pero lejos de eso, lo que estamos viendo es una campaña de radicalización de parte de un ejecutivo, que increíblemente desea que su pueblo, en vez de prosperar y aspirar, se encuentre más jodido para poder consolidar su fallida 4T.
México es grande y merece más que un simple presidente tan chiquito.