Siempre hemos sabido que el poder cambia o corrompe a las personas, hasta dónde puede llegar tal ambición, tal vez nunca lo sabremos, pero la humanidad no se cansa de romper esos límites en todos los sentidos.
Apenas estaba naciendo este 2020, cuando la noticia del asesinato de Qasem Soleimani, un estratega militar iraní y figura de amplia aceptación en ese país, cimbró al mundo.
No es que el General Soleiamni haya sido un personaje ejemplar, fue señalado como el responsable de miles de víctimas en el proceso de consolidación del estado iraní, considerado también como un criminal de guerra por la comunidad mundial en general.
Pero era un tipo crucial en el gobierno de aquella nación y su osadía, discursos antioccidentales y afrentas hacia Estados Unidos, lo hacían un personaje reverenciado por los grupos extremistas.
La justificación del gobierno norteamericano, como era de esperarse, obedece a estrategias militares para mantener la seguridad e intereses estadounidenses en aquella región.
Sin embargo, la evidencia no ha sido clarificada, así como tampoco las consecuencias futuras de este suceso.
Las consecuencias económicas ya se están sintiendo, no olvidemos que esta zona provee gran cantidad del combustible mundial, pero son las repercusiones sociales las que más preocupan.
En estos tiempos de avance armamentista y fundamentalismo, el mundo no puede sufrir un nuevo conflicto bélico que atentaría seriamente contra la paz mundial.
¿Por qué de esta decisión?, ¿Por qué en estas fechas? Trump ha sido un presidente y líder mundial polémico desde el principio.
Su popularidad ha descendido drásticamente y en la actualidad enfrenta un proceso de destitución, no clarificado aún, pero que atenta directamente contra sus aspiraciones políticas del próximo noviembre.
La guerra siempre ha sido una estrategia de nuestros vecinos del norte para consolidar el poder de un presidente, ejemplos sobran.
Las intervenciones militares en pos de la defensa del país han permitido que presidentes anteriores se erijan como caudillos defensores de la soberanía norteamericana.
La intención puede parecer perversa y desalmada, pero el gusto por el poder alcanza niveles inimaginables.
En medio de una posible destitución, una caída en la popularidad y un proceso de elecciones inminente, los Estados Unidos han visto el surgimiento de un nuevo defensor de la nación, ¿por qué en este momento?, posiblemente por qué la ambición no tiene límites, aún a costa de la estabilidad mundial.