A pesar de que diciembre y enero son considerados como los meses más fríos del año, es preciso decir sin temor a equivocarme que tal vez es cuando vivimos nuestros momentos más cálidos.
La cena familiar, los reencuentros con nuestros familiares y amigos, los abrazos, los buenos deseos y los parabienes no se hacen esperar en estos días.
El termino de un año siempre trae consigo su dejo de nostalgia, pero también trae consigo la esperanza de que tiempos venideros serán mejores y así es como queremos sentirnos en este fin de año y principios del 2022.
Este año que termina ha sido muy complejo, nuestro país sigue arrastrando las consecuencias de todas las decisiones, buenas o malas, que en torno a la pandemia se han tomado.
Este virus que aún continúa golpeando al mundo a traído una enorme complejidad al mismo y lo mantiene sumido en un vilo de incertidumbre.
Sin embargo, no quiero ser pesimista y prefiero mirar al futuro con esperanza.
En estas fiestas decembrinas tuve la oportunidad, como muchos de ustedes, de reunirme con familiares cercanos y habituales, pero también con amigos y parientes que hace tiempo no veía.
La buena charla, los juegos de mesa, la típica carrilla y las historias de siempre me demuestran la fuerza que tenemos como persona.
No estoy hablando de fuerza física, sino de aquel sentimiento que sale de nuestro interior y nos impulsa a seguir adelante por muy adversa que se vea la situación.
Los mexicanos somos tipos especiales, si claro, somos desordenados, desorganizados, tercos, pero ese sentimiento que tenemos por nuestra familia se convierte en una fuerza que impulsa y recarga nuestra batería interior para seguir adelante.
En una de estas reuniones, mi hija me preguntó sobre lo que yo esperaba de este 2022.
Pregunta sencilla si nos dejamos llevar por las frases o deseos típicos de estas fechas en torno a la salud, el amor, el dinero y la fortuna, pero cuando reflexione acerca de esta pregunta por mi mente pasaron muchos de los momentos que vivimos en este 2021, un año particularmente difícil.
En ese instante como si estuviese viendo una película comencé a visualizar lo que se hizo, lo que no se hizo, lo que quise y el resultado de lograrlo o no, lo positivo y lo negativo, el inevitable balance entre las acciones que fructificaron y las que no y lo peor de todo, los momentos que deje pasar y que tal vez no pueda recuperar.
Al final fue sencillo responder, no podemos dejar nada a la suerte, lo que esperaba de 2022 no debe estar sujeto a los rituales de fin de año o al color de la ropa interior que cada uno use en la noche vieja, claro que no, lo que yo espero para este 2022 es que cada uno de nosotros pueda aprovechar al máximo el tiempo que Dios nos permite seguir en este planeta y que lo hagamos en compañía de nuestros seres queridos, que dejemos atrás las complicaciones del día a día, esas van a seguir y cuando se terminen seguramente vendrán otras, y que en su lugar disfrutemos de las pequeñas cosas y satisfacciones que la vida nos da, dándole su lugar e importancia a cada una y sobre todo dándole su tiempo para disfrutarlas.
Que este 2022 puedas tener la dicha de disfrutar del tiempo que tienes en el momento que vives y con las personas que estas para que tu vida este siempre llena de sencillez y plenitud.
¡Feliz y provechoso 2022, a darle!