Cuando escuchábamos en aquel 2018 el lema central de campaña “primero los pobres”, algunos imaginaron que tal vez estas frases sintetizaban algún complejo de ideas progresistas que tenían como principal objetivo el combate a la desigualdad, la pobreza, la falta de oportunidades y la búsqueda del beneficio colectivo.
El voto de las masas se volcó, propiciado por el hartazgo, hacia esta “nueva y fresca” propuesta, que pretendía poner un freno a la corrupción y a la violencia que azotaba nuestro país.
Tres años después, esta política presidencial, parece que confunde el amor a los pobres, con el amor a la pobreza.
López Obrador, ha construido sus pilares de gobierno, en torno a la idealización de un pueblo bueno y sabio, un pueblo que él quiere mantener en la pobreza y la necesidad, para después emerger como un único ente salvador que los escucha y atiende, es aquí donde el ejecutivo construye su coto de poder, en la necesidad de su “amado” pueblo.
En la elección presidencial, según datos de Parametría, el 60% de las personas con un nivel de estudios universitario e ingresos por más de 15,000 pesos confiaron en Morena.
Esa franja poblacional que podría considerarse como clase media alta, al día de hoy le ha dado la espalda a nuestro mandamás.
El desgaste de la figura presidencial, su monótono discurso de encono y polarización y sobre todo los malos resultados de su gobierno, es lo que hizo que este sector poblacional no crea más en las promesas presidenciales.
No solo es la ciudad de México donde se perdieron la mayoría de las alcaldías, el retroceso de Morena también puede medirse en zonas urbanas con características similares, como Puebla, Cuernavaca, Cancún o Pachuca.
Cuando una elección se vuelve copiosa, las estructuras partidistas de poco sirven, es el sentir o el clamor general el que se manifiesta y decide.
En torno a eso, nuestro Presidente ha encontrado por fin a un nuevo y real enemigo, esta vez no es el imaginario conservadurismo o la prensa carroñera que quebranta voluntades, no, en esta ocasión se trata de poco más de 50 millones de mexicanos, que tienen aspiraciones, que buscan tener un mejor porvenir preparándose y preparando a los suyos y que no conviven con la idea de un país que retroceda a los años 70’s, en lugar de prepararse para un futuro mejor.
En esta ocasión Sr. Presidente, la confrontación no lo ayudará, así que mejor hay que ponerse a jalar, porque esa clase luchona a la que tanto ha desdeñado en estas semanas, le ha demostrado que quiere resultados y que no se conforma con sus inventos cuatroteístas.
