La ofensiva que ha lanzado el Presidente de Rusia sobre su país vecino Ucrania ha provocado un verdadero lío y un peligro latente dentro de la política mundial.
Este conflicto bélico iniciado hace apenas unos días, trastoca los cimientos de la paz al involucrar a una nación con un fuerte potencial militar de alcances nucleares.
A lo largo del globo terráqueo, las principales naciones van tomando partido y formando un bloque opositor, que necesita enarbolar una estrategia de contención muy cuidadosa para no ocasionar que la situación se salga de control y desembocar en un problema aún mayor.
Es así como Canadá, La Unión Europea, Japón y por supuesto Estados Unidos se han unido para evitar que la Rusia moderna comience a expandir sus dominios, imponiéndole una serie de sanciones económicas que ya comienza a tener sus efectos negativos al afectar seriamente la bolsa de valores rusa; mientras tanto esta situación sigue involucrando a países que en un inicio siempre han sido neutrales como Suiza y Finlandia mientras que otros como la Alemania de Sholz han decidido armarse hasta los dientes y destinar cantidades importantes de dinero a la producción y reforzamiento militar.
Cada país comienza a mover sus piezas.
Hay que señalar que a pesar de la condena mundial sobre el accionar Ruso, es en realidad la OTAN, o más bien dicho Estados Unidos, quienes a lo largo de los años han incumplido importantes acuerdos internacionales donde se comprometían a que la región de la antigua unión soviética no sería incluida dentro de los planes de expansión militar de la OTAN, acuerdo que a todas luces no se ha cumplido y que menguo a los rusos su autoridad y dominio sobre la región.
Con estas medidas empezaremos de nueva cuenta una posible guerra fría en la que más países intentarán incrementar sus reservas militares como medida de prevención.
Lo anterior elevará la peligrosidad en el planeta y además nos pondrá en expectativas de las reacciones que al respecto tengan los países aliados a Rusia, en especial la gigantesca y poderosísima China.
Sin mencionar que, con un conflicto largo, comenzará a aumentar el precio de los energéticos, los alimentos y mientras más dinero destinen las naciones a elevar su potencial militar, menor será el gasto que se haga en necesidades básicas como hambre, salud, educación y pobreza.
El mundo comienza a temblar, nadie sabe en verdad cuánto puede durar este conflicto.
Nuestra nación se mantiene al margen y condenando la invasión.
Seguramente los próximos días son cruciales para que pueda acordarse un tratado de paz que tranquilice a la humidad, de lo contrario estamos tal vez ante el mayor riesgo que nuestro planeta ha enfrentado en los últimos 80 años, pero esta vez las consecuencias serían catastróficas.