De nueva cuenta los Estado Unidos están poniendo el ejemplo a nivel mundial para tomar la batuta en la lucha contra el cambio climático.
En días pasados fue aprobada la llamada “Ley de Reducción de Inflación”, la cual pretende reducir de forma significativa las emisiones de carbono de aquel país en un porcentaje muy cercano al 40%, lo que constituye una barbaridad si tomamos en cuenta la cantidad de industrialización y contaminación de nuestros vecinos del norte.
Es verdad que Biden ha sido cuestionado por muchas de sus decisiones, pero con esta ley, vuelve a retomar el camino para lograr una de sus importantes promesas de campaña que prometía la reducción de este tipo de contaminantes en un 50%, por lo que podemos decir que el cumplimiento de esta propuesta está cercano y con eso puede restaurar su credibilidad ante un país que a últimas fechas le cuestiona todo.
Con una inversión anunciada de 260 mil millones de dólares para este propósito durante la próxima década, los norteamericanos están mandando un mensaje muy claro para fomentar la inversión y compromete a la iniciativa privada a mejorar sus prácticas en la transición hacia las energías limpias.
Claro que esto solamente se logra si esta iniciativa es acompañada de créditos fiscales y el desarrollo de nuevas y más eficientes tecnologías para la captura y almacenamiento de carbón y del llamado hidrógeno verde.
Esta ley busca, que el camino hacia las energías verdes pueda reducir sensiblemente todas las implicaciones negativas en economía, sociedad y política que conllevan la enorme dependencia que tenemos hacia las energías fósiles.
El camino aún es largo, pero lo importante de esta ley es que se da el primer paso y se sienta un precedente en el que otros países podrán experimentar en cabeza ajena los efectos de este tipo de iniciativas y así, mejorarlas con la finalidad de contribuir también al cuidado de nuestro planeta.
Es decir, esta ley cimienta una nueva política climática, qué si bien es cierto está muy lejos de conseguirse una verdadera conversión de nuestras actividades hacia las energías limpias, es importante porque sienta las bases para nuevas políticas públicas que generen un círculo virtuoso para transitar de forma más rápida por este camino.
Y mientras tanto, nosotros seguimos metiéndole dinero bueno al malo, invirtiendo carretadas de pesos en una refinería que según se dice procesará, cuando esto suceda en el 2026, solo el 10% de los barriles diarios que México necesita; sin tener en cuenta que seguramente para ese tiempo la demanda de combustibles fósiles se habrá modificado y las regulaciones sobre los mismos se habrán endurecido.
No se trata de criticar a dos bocas solo por criticar, se trata de tener visión y planeación de hacia dónde debe ir una nación que pretenda aspirar al primer mundo, y al menos ahorita parece que el rumbo lo traemos perdido.