Estamos ya en la semana previa a la Nochebuena y la Navidad, todo lo que hemos vivido en este año, lo bueno y lo malo, necesita quedar atrás.
Es muy sano para nuestra mente y nuestro cuerpo que los dejemos descansar, que les permitamos un respiro.
En un año tan convulso debemos aprovechar que la época decembrina nos brinda la oportunidad de hacer una pausa en las actividades y reunirnos con nuestros seres queridos y familiares.
Es un buen momento para la meditación y para cerrar ciclos.
Todos tenemos asuntos que debemos dejar atrás, algunos fueron solucionados, otros simplemente no se resolvieron como queríamos, paro al final son asuntos que ya pasaron y que debemos superar.
Para quienes somos católicos, estos tiempos nos hablan de perdón, reencuentro y unión, pero más allá de la religión o creencia que profesemos, no podemos perder la oportunidad que esta fecha nos da para reencontrarnos con amigos y seres queridos, para recordar y volver a vivir la ilusión de nuestra infancia, honrar a quienes se nos han adelantado y pedir por aquellos que son aquejados por la enfermedad y las tribulaciones. En un mundo tan absorbente y dinámico, siempre encontraremos pretextos para distanciarnos o dejar para mañana algún asunto importante y sobre todo para olvidar fácilmente lo que en verdad vale la pena, aprovechar el tiempo con la gente que nos importa y buscar nuestro verdadero propósito en la vida, vivirla.
Cada vez que llegamos a la época navideña los adultos entramos en un trance de nostalgia, en cada casa evocamos a los olores y sabores de antaño que nos recuerdan la convivencia en familia, el sabor y olor de la cocina de nuestra madre, la ilusión por el regalo o la sorpresa navideña, emociones que tristemente olvidamos el resto del año.
Mi deseo para ustedes es que podamos hacer un alto en el camino, que podamos congelar el tiempo, al menos por esta semana, para que le demos un remanso de paz a nuestra alma y conciencia y que entendamos que este breve espacio de tiempo es una oportunidad que nuestro creador nos otorga, para recordarnos que lo importante en la vida no es la meta, sino el camino que trazamos para llegar a ella, que atendamos a quienes nos acompañan y que recordemos que nuestra vida es prestada, sin contrato ni vigencia definida, sin seguro o garantía, y con esto en mente hagamos que cada día cuente para nosotros y para nuestros seres queridos.
Ojalá que todos podamos darnos ese espacio y entendamos que el amor y el perdón no solo nos hace mejores personas, sino que nos acerca más a quienes son importantes en nuestra vida y que esas frases trilladas de paz y amor, realmente signifiquen algo para nosotros y los nuestros.
Felices fiestas y que esta época nos permita ser mejores personas, para poder disfrutar aún más, de esta cosa que llamamos vida.
Feliz Navidad!
