Hablar del informe presentado por López Obrador para celebrar el tercer año de su victoria, es hablar particularmente de un México que solo existe en el imaginario obradorista.
El Presidente se niega a emitir un juicio objetivo acerca de sus tres primeros años de gobierno y darse cuenta que en todos los rubros de su administración, los resultados no son buenos.
Presumir de mañaneras, de un excesivo reparto de dadivas o de una austeridad sin sentido, no es precisamente lo que los mexicanos esperan de quien los gobierna.
Andrés Manuel es un presidente que llegó a la silla presidencial cargando un enorme saco de rencores y prejuicios, mismos que ponen en riesgo la gobernabilidad de este país porque su frustración no le permite deshacerse de ellos.
El presidente con mayor respaldo en la historia, llegó al poder y ha convertido su gestión en una triste sucesión de caprichos que lo alejan de la esperanza que para muchos representaba.
Después de tres años, muchos mexicanos están preocupados por el futuro inmediato y no por que antes no lo estuvieran, sino porque la situación ha cambiado, no es posible predecir la reacción que el ejecutivo tendrá, una vez que el fracaso de sus políticas le escupa en la cara.
Que va a pasar cuando por fin nuestro tlatoani despierte de su sueño guajiro y se percate que México bajo su gestión es un país con 11 millones más de pobres, con un incremento en violencia sin precedentes y con fuerte desprestigio por sus políticas energéticas, económicas y sobre todo de salud.
Para López Obrador no hay opinión que valga si no es la suya, esa terquedad por confrontar y buscar enemigos en todo aquel que no convive con sus acciones tiene al país sumido en una polarización peligrosa.
Ahora en sus shows mañaneros se le ha ocurrido la genial idea de exhibir a quien según él, miente.
Eso no resuelve ninguno de nuestros problemas, por el contrario seguirá alimentando esa división entre el pueblo y sus enemigos imaginarios, porque desde hace tres años así se gobierna este país, denostando, acusando e inventando.
Según un estudio de la agencia SPIN, en promedio nuestro honesto Presidente miente o proporciona datos inexactos 88 veces cada mañanera, lo que lo convierte en el campeón de las afirmaciones falsas o no comprobadas.
Al final, el mexicano consciente es el que termina pagando los desaciertos de este gobierno, al final es este mexicano como usted y como yo el que sufre la inflación, la inseguridad, el desempleo, el desabasto de medicinas y que al término del día tiene además que irse con la preocupación de saber que si nuestro gobierno no endereza el rumbo, todavía nos queda la mitad del camino por recorrer.