Política

“Ni yo cacique, ni ella pelele”

  • Crónicas del adiós
  • “Ni yo cacique, ni ella pelele”
  • Editorial Milenio

Hoy va a ser un día complicado. Lo sabe aunque no lo deje ver. Comienza con zoom a Quintana Roo con Laura Velázquez, para reporte del huracán Beryl. No vaya siendo.

El único invitado fuera del staff de casa es Pablo Gómez, aguerrido militante de izquierda, perseguido participante del Movimiento de 68, preso en Lecumberri, miembro del Partido Comunista Mexicano y dirigente del Partido Socialista Unificado de México. En convaleciente, doloroso y lento andar, carga en la mano derecha un bastón negro y en sus espaldas, 77 años. Hoy, del otro lado del mostrador, persigue. Es el titular de la Unidad de Inteligencia Financiera. Cruza pocas miradas con el presidente, aunque le busca la cara. Son viejos conocidos. Fue Pablo Gómez el más rudo contendiente de Andrés Manuel cuando ambos iban por la candidatura del PRD para gobernar el entonces DF. Impugnó a más no poder el requisito constitucional de residencia del tabasqueño, que hoy es su anfitrión. En el Palacio Nacional.

Tiene una amable instrucción. Desenredar de inmediato y públicamente el nudo: ni Carlos Loret de Mola ni Víctor Trujillo son investigados. La denuncia es contra el consorcio Latinus, dice, y es “del 20 de mayo de 2021… por actividades de lavado de dinero… por negocios de productos de salud con entidades públicas… no se trata de persecuciones contra enemigos jurados del gobierno”. Poca movilidad, mucha enjundia. Lo padecen las cuatro gomas de las patitas del bastón contra el piso. Una, dos, tres, cuatro veces. El presidente, atrás, erguido, observa. Póker face.

Cocorean al mandatario. Cae, intencionalmente. La puya indirecta dice ‘¿quién va a mandar, usted Claudia (Sheinbaum)?’. Entonces suelta la frase para cabecear alguna croniquilla: “¡Ni yo soy cacique ni ella es pelele!” ¡Mole, doña María! Ya agarró sabor el caldo.

Flota en las apacibles aguas del ya mero adiós: “me voy a jubilar / cancelo mis redes y me alejo / … aprovecho para seguir diciéndole a mucha gente que me quiere, como yo los quiero a ellos, que ya no nos vamos a poder encontrar”. Agradece y defiende la voluntad de las trabajadoras domésticas. Y evoca a Facundo Cabral… (padrísimo, canta puras rolas que me sé): “Pobrecito mi patrón, piensa que el pobre soy yo, laralá laralá… la-ra-lá”.

Desestima con rapidez e ingenio el agarrón entre panistas de ayer. Hay que robarle, aunque sea el presidente, el mejor refrán político que ha soltado, quizá: “Cuando se reparte mal el botín, motín”.

Habla de lo que quiere y de lo que no: “no nos vamos a divorciar… no quiero que me tomen fotos… sólo voy a viajar por carretera, etc.” Y va pensando una acción genuflexiva para el día cero, en la cuenta regresiva de 100: “hincarme y agradecerle, primero, al pueblo; y al Creador”. En ese estricto orden.

Vámonos haciendo menos, que tiene visita. No hay que temer a los fantasmas, pero se percibe que a éste sí. En punto de las 11 entran los padres de los 43. Ayotzinapa, ‘el fantasma de Palacio’. Siempre rondando invisibles entre salones y pasillos. Pero hoy se aparece. Se quiere ir con él.

@diazbarriga1

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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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