Política

El arte del atraco

  • Columna de Bruce Swansey
  • El arte del atraco
  • Bruce Swansey

El 25 de agosto el periódico escocés National alertaba a los ciudadanos acerca de una visita inminente: “Criminal confeso norteamericano por llegar a Escocia”.

Aunque no se proporcionaba el nombre del visitante, todos sabían de quién se trataba. Nadie ignoraba su conexión sentimental con Escocia, de donde provenía su madre.

Allí adquirió dos propiedades, en Aberdeen y en Turnberry, en Ayrshire. Abierto en 2012, el club de golf en Aberdeen debía convertirse en un club de altura, digno de albergar competencias internacionales. Como sucede con lo que se dice por decir, la promesa que generaría empleos y ganancias a la localidad, no ha ocurrido. En lugar de eso, los dos clubes son un chasco multimillonario.

Para alguien que presume de ser lo máximo con las grandes inversiones, su afecto edípico por el golf en el clima frío es un despilfarro narcisista que ha frustrado las esperanzas de las respectivas comunidades que se sienten defraudadas.

Por si hiciera falta confirmarlo, en una encuesta 70 por ciento expresó su antipatía hacia el sujeto.

Este verano el sátrapa predominante viajó para jugar golf en Turnberry. No hay agujero que se le escape. Cuando se ha pasado buena parte de la vida como golfo golfista, lo menos que puede esperarse es que a su lado Rory McIlroy parezca un modesto principiante, pero con este aficionado al golf no es así. Si no hubiera quien depositara discretamente pelotas en los hoyos correspondientes, sería vergonzosamente incompetente.

Este verano el agente naranja decidió favorecer con su presencia pulida al alto brillo esa parte del Reino Unido (RU) tan cara a la familia real desde que la reina Victoria edificara Balmoral. Sus objetivos eran rezongar de la energía eólica cuando el petróleo y el carbón son mejores y no desfiguran el paisaje, criticar a Sadiq Khan, alcalde de Londres, urgir a Keir Starmer, el primer ministro, para acabar con la inmigración, un tema que presiona al gobierno laborista, jugar golf y entre hoyos recibir a Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea, para ajustar cuentas.

De la agenda presidencial en esa visita a sus feudos importa rescatar sus encuentros con Starmer y con Von der Leyen. El plutócrata confirmó su predilección por el primero porque sir Keir habla muy bonito.

“Me cae muy bien”, declaró en enero.

“Es muy buen tipo”, reiteró en febrero.

“Este hombre me simpatiza mucho”, confirmó en julio.

Sir Keir ha sabido apaciguar al agente naranja y a cambio de esa habilidad ha logrado negociar aranceles de 10 por ciento, por debajo de las cifras con las que Washington ha puesto a temblar a los países integrantes de la UE.

Aunque es cierto que sir Keir ha establecido varios acuerdos comerciales con distintos países, también lo es que el conjunto de las ganancias que pueden reportar no se compara con el volumen del comercio perdido con la Unión Europea (UE) a causa de Brexit, contribuyendo a la contracción económica del RU. Más que un reto, Rachel Reeves, ministra de Economía, tiene ante sí una catástrofe. Su gestión se esfuerza por encontrar salidas a la crisis económica que afecta gravemente los servicios públicos, la escasez de vivienda y el creciente costo de vida, pero el crecimiento económico elude al RU. De no encontrar una solución rápida el laborismo será perjudicado en las próximas elecciones, un elemento de política interna que resta fuerza al primer ministro.

La iniciativa de Starmer, sus triunfos diplomáticos destinados a poner de nuevo al RU en el tablero de las negociaciones internacionales son encomiables, pero desafortunadamente no suficientes para endulzar el carácter público que debe sortear cotidianamente el alza de precios.

Aplacar la guerra de las tarifas no es poca cosa: contribuye a crear las fronteras arancelarias en las que el comercio internacional se realizará. El nuevo acuerdo implica un terremoto geopolítico que exige volcar billones en Estados Unidos. A cambio del 10 por ciento, el RU se compromete a comprar armamento norteamericano y a invertir en ese país 600 billones, como si la iniciativa privada acatara instrucciones gubernamentales.

Otros 644 billones deben comprar energía sucia cuyo uso contraviene las metas ecológicas de la UE.

El factor anaranjado está harto de que la seguridad de los europeos sea subvencionada por Estados Unidos. La virulenta invasión de Ucrania le garantiza poder para presionar y aun amenazar a países que hasta hace poco eran considerados aliados y socios. O toman cartas en el asunto e invierten por lo menos 5 por ciento del PNB en armamento made in USA o pronto les tocará el turno a quienes según Putin el envenenador queden dentro del imperio ruso.

Con esto y otros agravios en mente, el autócrata recibió a la suplicante que en nombre del realismo hizo lo necesario para apaciguarlo y detener la guerra comercial que podía ser el principio del fin de la UE.

El factor naranja sabe que la frontera de Europa se juega en esta guerra iniciada en 2014 con la invasión de Crimea y con la del resto de Ucrania en 2022. También sabe que la amenaza rusa abarca la integridad de otras naciones que una vez liberadas del yugo soviético eligieron otro modelo político, económico e ideológico inaceptable para las ambiciones imperialistas del que fuera agente menor de la KGB. El anaranjado sabe que la geopolítica está de su lado y que la UE es rehén de su capricho.

El sátrapa estaba de mal humor ese día y comenzó el trueque fijando 30 por ciento no porque creyera que la presidenta de la UE lo aceptaría, sino porque le permitía tantear los límites y ajustar las amenazas. El factor naranja se empeña en dejar claro que es capaz de cualquier cosa. En esta era no hay límites ni diplomacia para tratar las condiciones de un acuerdo anticipadamente asimétrico si no deliberadamente injusto.

Parte de la eficacia del mercader en seguridad es amedrentar al otro, hacerlo consciente de su vulnerabilidad, demostrarle que no tiene las cartas en la mano. El regateo arancelario es digno de un vendedor de chatarra a quien Ursula von der Leyen debe halagar hasta la abyección, como lo hizo Mark Rutte, el secretario general del Acuerdo del Atlántico del Norte.

La señora Von der Leyen asume la humillación para establecer un acuerdo que por lo menos reduzca la incertidumbre. Faltará ajustarlo, pero logra establecer el tope arancelario de 15 por ciento. El acuerdo ofrece un marco de negociación que apenas se inicia y continuará definiéndose conforme se discutan las condiciones y surjan contrapropuestas. A cambio, la UE se compromete a comprar 750 billones en energía sucia durante tres años e invertir 600 billones en Estados Unidos. A diferencia del sistema personal de gobernar, de la presidencia autocrática, en la UE el consenso es imprescindible, así como armonizar los distintos intereses de los 27 miembros.

El arreglo decepciona a muchos que ven en la reunión del 27 de julio la fecha de la capitulación de Europa. Un acuerdo comercial frustrante, declara El País, la Von der Leyen no le sirve a Trump ni para el desayuno, opina Orban, que impera en Hungría desde hace 16 años en nombre de lo que llama una república iliberal. Es un día sombrío cuando una alianza de pueblos libres decide someterse, afirma el primer ministro francés, François Bayrou. Pedro Sánchez lo acepta decepcionado. Friederich Merz y Georgia Meloni suavizan el impacto aduciendo que de los males previsibles, el acuerdo es el menor.

“Por lo menos nos brinda claridad”, declara Micheál Martin, el primer ministro irlandés. “La incertidumbre —añade— es la peor enemiga de los negocios. El mercado requiere estabilidad”.

Irlanda depende en buena medida del sector farmacéutico ya que varios laboratorios norteamericanos se encuentran en la isla. Un impuesto demasiado alto a estos productos sería una catástrofe que sólo se ha evitado temporalmente ya que Trump debe revisar el tema de cara a lo que considera “seguridad nacional”. Este aspecto forma parte de una estrategia para reubicar las fábricas en Estados Unidos. El tope temporal de 15 por ciento alivia la tensión en Bélgica, Alemania y Dinamarca, que también tienen una industria farmacéutica importante. La amenaza sin embargo continúa y el 5 de agosto el factor naranja reiteró que a pesar del acuerdo podía fijar hasta 250 por ciento de aranceles en los próximos 18 meses.

Dada la diferencia de acuerdos entre el RU y la UE con el factor naranja, en Irlanda prevalecerán dos aranceles distintos: las exportaciones desde el norte de la isla se gravarán en 10 por ciento, mientras el sur, como parte de la UE, deberá pagar 15 por ciento.

El acuerdo es flagrantemente injusto para Europa, pero posible por la amenaza de retirar la garantía trasatlántica de seguridad. A pesar de esto, España anunció el 6 de agosto que canceló la compra a Estados Unidos de los jets F45 porque considera que ese dinero debe permanecer en Europa. ¿Es posible que otros países miembros de la UE decidan algo similar? De policía del mundo, Estados Unidos es ahora el que cobra el derecho de piso.

Sinceramente convencido de que como él, el mundo se ha aprovechado dolosamente de Estados Unidos, su presidente se ha propuesto una relación más equilibrada entre “América” y el mundo, especialmente la detestada Europa.

El acero permanece en 50 por ciento, el vino y los licores están en espera de fijar impuestos, una espada de Damocles. Partes utilizadas en la construcción de aviones, ciertos productos químicos y algunos agrícolas, así como equipos de semiconductores no serán gravados.

Europa es vulnerable, pero en Estados Unidos el factor naranja sabe que de no lograr vender su extorsión como un gran triunfo, en casa lo esperan sus acólitos conspiradores convertidos en perseguidores. Su cínica corrupción, su flagrante misoginia y abuso de las mujeres, el indulto a los insurreccionados que tomaron por asalto el Capitolio en 2021, su ley que arrebata dinero de los pobres para darlo a los ricos, su desprecio de los más vulnerables y su apoyo al genocidio que se realiza en Palestina no han mellado el apoyo de sus votantes. Sin embargo, su base MAGA, ya incómoda por el apoyo a Israel en su guerra contra Irán, cuyas instalaciones para producir armas nucleares no fueron destruidas totalmente, tiene ahora más motivos de enojo promovidos por Trump al desatar el furor sobre la élite pedófila en torno de su ex mejor amigo durante 15 años, Jeffrey Epstein.

El 27 de julio no se recordará como el día que celebra el negocio más espectacular del universo (el factor naranja gusta exagerar la más nimia de sus acciones) sino el del gran atraco.


Google news logo
Síguenos en
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.