Fui injusto con la muestra fotográfica de Toledo, en San Ildefonso. Esperaba ver imágenes del propio artista plástico y no el espléndido acervo del Centro Fotográfico Manuel Álvarez Bravo, en Oaxaca. Porque Toledo es un maestro de la fotografía, no un improvisado de ego robusto. Sus autorretratos, la intervención a imágenes propias y de otros autores lo hacen un adelantado del ojo para captar procesos de vida. ¡Y no están!
La primer sala en San Ildefonso vale toda la exposición. Rafael Doniz intervenido por Toledo es un homenaje al maíz y un recordatorio del ser nacional. Pero no están los autorretratos donde el artista se exhibe desnudo de pies a cabeza, dignas fotos donde el arte de la sensualidad ha sido marginada por la miopía del prejuicio. Dignas fotos donde recibió ayuda de sus parejas, fotógrafos/as, instantes donde Toledo abre su cuerpo en canal para que el arte visual se exprese y el espectador goce esa intimidad en su máxima expresión.
Eso que podemos ver en el tomo IV de Francisco Toledo. Obra 1957–2017, publicado por Fomento Cultural Banamex. Una joya que incluye retratos al artista por consagrados fotógrafos. Un deleite visual que exuda sabiduría y conocimiento de la lente. ¿Por qué no hacer una exposición exclusivamente con esas imágenes?
No recuerdo que esos autorretratos se hayan exhibido, juntos, alguna vez; en el catálogo son una presencia fundamental para entender a profundidad el arte pictórico, la naturaleza de Toledo. Rebasan con mucho la imagen más conocida por él, su cuerpo cubierto por una piel de lagarto y su pene desnudo, erecto. O “El hombre–tortuga”, cuya cabeza es su falo. Fotografías imposibles que sean autorretratos: contó con el apoyo de una fotógrafa que sabemos consagrada. Las imágenes de Toledo están lejos del exhibicionismo. Viven, vibran, confrontan al Dios que se niega a mirar el sexo de hombres y mujeres.
El arte no es una invención. El arte es un desnudamiento. Toledo nos acerca a ese proceso donde el alma eructa sapos y doncellas. El culo de Toledo es un buscar la verdad del ser humano, sin ataduras, sin respuestas. Todos somos caca. Un sentir que el cuerpo es un espíritu libre, no pensamiento razonado.
Toledo aún es inédito.
Braulio Peralta