En 1992, al cumplirse los 500 años del descubrimiento de América, España echó la casa por la ventana. Madrid, capital cultural de Europa; Barcelona, sede de los Juegos Olímpicos; Expo-92, Exposición Universal de Sevilla; además, la II Cumbre Iberoamericana de Jefes de Estado y de Gobierno, de habla castellana. Eran años de jauja del gobierno del PSOE, con Felipe González. Ni Fidel Castro faltó a los festejos. Hoy regresa el debate con la carta de Andrés Manuel López Obrador pidiendo que España se disculpe con los “pueblos originarios” de nuestro país. ¿Cómo para qué?
Nunca se discutió de Cristóbal Colón o la Conquista de México tanto como en aquel 1992. Y nadie pidió perdón de nada. Intelectuales, políticos, estadistas, historiadores se prodigaron tomatazos y cacerolazos. ¿Por qué despertar aquella confrontación? Viví esos años en España y pude escribir un libro, De un mundo raro, con el pensamiento de los españoles sobre aquel descubrimiento y conquistas de los pueblos de América, publicado en 1996. No hay nada nuevo al día de hoy, salvo las redes sociales, que defienden al presidente mexicano contra los que lo denuestan. ¿Será que AMLO piensa que la historia empieza con él? Ojalá que no.
Hasta Fidel Castro bromeaba sobre Cristóbal Colón, el descubrimiento y las mezclas de raza. Intelectuales españoles insistían en la importancia del idioma español como uno de los más amplios a escala mundial. Perdonar agravios y mirar al futuro, era la consigna. Carlos Fuentes, siempre avezado, decía que era bueno dejar que “México viva su Edad Media”, frase terrible por su significado. ¿No hemos superado una conquista 500 años después? ¿No somos nosotros los que debemos pedir perdón a los indios de México, pues finalmente nuestro país no existía en 1492, pues fuimos nación apenas en 1810?
En mi libro, Fernando Savater dice en entrevista: “América fue invadida por un pueblo, el español, que ya había sido invadido, que ya había cruzado su sangre y era un pueblo mestizo. Así llegamos a América, con el delirio por la pureza de la sangre que, en cierta forma se revive en Latinoamérica. No tiene sentido: los pueblos más avanzados son los mestizos”.
No siempre. Porque los mestizos de hoy no terminamos por entender que los aztecas es a quienes venció Hernán Cortés, con apoyo de comunidades indígenas agredidas por Tenochtitlan, como el caso de los tlaxcaltecas, aliados del Reino de Castilla y León (España tampoco existía). Sí, lo que siguió fue la barbarie, sin duda. Pero era así en la historia de las conquistas: pueblos contra pueblos.
Lázaro Cárdenas dio una lección de democracia y diplomacia política con la llegada a México de los refugiados españoles al país, vencidos en su deseo de la república española. Golpe al gobierno de Francisco Franco, con quien rompimos relaciones de amistad e intercambio de todo tipo.
España vive en carne propia la división de sus pueblos: Cataluña y Euzkadi, de ejemplo. México se convirtió en un territorio nacional, con sus 56 comunidades indígenas y sus idiomas. No hay visos de divisionismo. Hoy México es muchos rostros nacionales.
Para opinar primero hay que leer La conquista de México, de Hugh Thomas. O callarse.