El instituto necesita de una presidente con vocación democrática. Que renueve y dé frescura a una institución acartonada y sumisa a los poderes de la entidad. Si me permiten el símil, el IEEM necesita de un agiornamento, una profunda puesta al día frente a los requerimientos que demanda la sociedad mexiquense. Las 18 candidatas presentaron este sábado el ensayo y se aprestan, las que hayan superado la prueba, a la franja de las entrevistas.
Hasta antes de la reforma electoral del 2014, los partidos políticos mediante cuotas, designaban a través de la Cámara de Diputados a los consejeros electorales. Las decisiones eran discrecionales. No había exámenes y el único requisito era la lealtad al partido que los postulaba. Reinaba una constelación masculina y en el IEEM se respiraba una atmósfera patriarcal. Lamentablemente la única mujer que arribó a la presidencia de la institución, María Luisa Farrera, en el 2000, no fue ejemplo de probidad pues amparó la corrupción desvergonzada y condujo a uno de los mayores escándalos políticos del instituto con el llamado “autoatentado”. La señora provenía de una larga experiencia del manejo operativo de la estructura electoral y del tutelaje de los intereses del partido gobernante.
José Núñez Castañeda, 2005-2008, ha sido el único presidente autónomo. Su presidencia surge de otra crisis mayúscula de corrupción. Nos referimos al “caso cartonero plástica”, el sobreprecio de los materiales electorales que involucró a funcionarios y consejeros del instituto, renunciados, así como operadores del entonces gobernador Arturo Montiel.
Las aspirantes que pasen la entrevista, empiezan casi de cero. Es una etapa eminentemente política, la diferencia es que ahora los partidos actúan a través de los consejeros del INE. Presiones, negociaciones e intereses se imbrican. Muchas veces poco importa las notas ni las calificaciones de las etapas anteriores.
Además de los jaloneos, los consejeros del INE deberán ponderar el perfil del próximo consejo. Ahora el consejo del IEEM es mayoritariamente rojo con una consejera híbrida como es Paula Melgarejo, propuesta de Morena, quien se ha ido inclinando hacia el PRI y la cultura política que la ha cobijado. Sin duda, se requiere de contrapesos y pluralidad.
Con excepciones, la mayor parte de las aspirantes tienen un perfil parecido y pertenecen a esa casta electoral ambiciosa con pobre compromiso social, que busca beneficios propios más que una responsabilidad histórica con la ciudadanía. El IEEM y las estructuras electorales necesitan abrir sus ventanas para entre el aire fresco de la democracia.
Bernardo Barranco