Política

La política en tiempos líquidos

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  • Bernardo Barranco

El sociólogo polaco Zygmunt Bauman, hace diez años, cimbró la sociología política al denominar «modernidad líquida» como una tendencia de los tiempos actuales. Se trata del advenimiento de la modernidad de la posmodernidad. En otras palabras, tiempos líquidos diagnosticados por  Bauman: nada es para siempre, nada es absoluto, todo cambia, todo es relativo.

Y la política no es una excepción. Con la caída del muro de Berlín no acabó la historia, sino nuestra certidumbre. Ya no existen los valores duros ni la pureza de las ideologías.

Por ello vemos que los partidos PAN,  PRI y PRD se han licuado para enfrentar a Morena y la 4T. El rumbo se vuelve híbrido y los antagonistas del pasado ahora son aliados incondicionales. Sus principios, plataformas y tradiciones se han pragmatizado. ¿Hasta cuándo? 

El riego es convertir la política en un espectáculo con cambiantes y llamativos enredos que se sucedan. Cada vez son más los jóvenes que no quieren saber nada de actores políticos clásicos como partidos, asociaciones u organizaciones. Esto no significa que estén totalmente desinteresados en lo político. Simplemente no se adaptan a los temas, al vocabulario y empaque de los actores políticos tradicionales porque carecen de fondo ético.

Es decir, los actores políticos tradicionales han fracturado los valores básicos para transformar la política sin ética bajo el predominio de los intereses personales o de camarillas. Los jóvenes han empezado a usar la digitalización y nuevas tecnologías para impulsar la próxima generación de democracia. 

En México, bajo el desgaste del poder, la impaciencia de los ciudadanos es evidente. Las derechas y las izquierdas se han alternado el poder, prometiendo cambios desde la continuidad. Es probable confeccionar cocteles y licuados políticos atrayentes.  Los partidos corren el riesgo de desvanecerse, a largo plazo, en favor de grupos de interés politizados, económicos o semirreligiosos.  

Los nombres e identidad de los partidos fueron elegidos primero como oferta para caracterizar y segmentar las preferencias. El partido de la revolución, el de los comunistas, de social-demócratas, de los cristianos de Acción Nacional.  Ahora son cada vez menos identificables por sus prácticas, propuestas, lenguaje y proyectos.

¿Quién se declara contra la democracia y la libertad? Los partidos están perdiendo identidad y sus bases sociales, esto es, la membresía se ha reducido notoriamente en los últimos lustros. Antonio Gramsci ya no tiene razón cuando escribió, refiriéndose a Maquiavelo, que los partidos son el "príncipe moderno". Son ahora, príncipes de los tiempos líquidos y de la incertidumbre.

Bernardo Barranco

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