La investigaciones periodísticas del diario español El País revelan que Alfredo del Mazo, presumiblemente depositó en 2012 una cuenta con 1.5 millones de euros en Andorra, un país blindado entonces por el secreto bancario. Las indagatorias deben despejar dudas y ofrecer a la ciudadanía mexiquense la veracidad del complejo vínculo entre el poder, el dinero y el ocultamiento. Habrá que esperar el resultado de las pesquisas pero, hay que ser francos, la nota no nos sorprende. Existe un halo de misterio, complicidad y corrupción en la clase política mexiquense. El llamado grupo Atlacomulco no solo es un club de políticos y empresarios sino es parte de una cultura política que ha imperado en la entidad. No solo es patrimonio del PRI sino ha permeado en la oposición. Una cultura política del enmascaramiento que viene desde los años cincuenta del siglo pasado. Conforma también la identidad del aparato burocrático, mediático y de negocios del estado.
Siguiendo la filosofía del profesor Carlos Hank González (1927-2001), ideólogo del grupo Atlacomulco, hay una tenue línea entre la política, el gobierno y los negocios. Pactos sólidos entre políticos, empresarios y burocracia alimentan los vínculos entre el poder y el dinero. Dicha burocracia está alineada también por magistrados, autoridades electorales y comunicadores.
César Camacho, un ícono paradigmático de dicha cultura, reconoció que esta forma de hacer política es “buena para todos”. Refutó la aureola de complot y maquinación en torno al llamado grupo Atlacomulco. Es un modo particular de hacer política, en el que la regla de oro es que la autoridad del gobernador es incuestionable, así lo planteó: "A veces la mención del grupo Atlacomulco trae consigo un dejo de conspiración, de secretismo, de protección de intereses inconfesables o turbios. No hay tal grupo. Lo que hay es un estilo mexiquense de hacer política, no porque no haya conflictos o diferencias sino porque las dirimimos de una manera diferente, ¿Cómo?, los políticos nos ceñimos a las reglas legales, escritas y no escritas con el mismo escrúpulo. Los resultados positivos son los que nos dan la razón, son los que nos dicen que haber adoptado este estilo de hacer política es bueno para todos”. Es una escuela de hacer fortunas inconmensurables con la política. Es una dinastía política que se abre y que se cierra según las circunstancias. Ha perdurado pese a embates y señalamientos como el que ahora se imputan al gobernador Alfredo del Mazo.