Todo indica que la existencia de la alianza pasa a la cancha mexiquense. Los panistas deberán negociar con el inefable grupo Atlacomulco. Alfredo Del Mazo tiene a cuestas una negociación que se está complicando. La crisis de la dirigencia nacional priista, sobre todo la inmoralidad ética y política de Alejandro Moreno, restan gravitación para reconstruir óptimos acuerdos aliancistas en el Edomex. El PAN tiene la oportunidad de subir sus apuestas.
Según encuestadoras serias, ni al PRI ni al PAN les alcanza para ir solos a la elección del 2023. El PRI detenta militancia, presencia territorial, aparato electoral de gobierno y sobre todo mañas, sin embargo, el partido mexiquense imperante desde hace más de 90 años sufre ahora un corrosivo desgaste.
Si la elección es copiosa no le alcanzará ganar al PRI, a pesar de sus trapacerías ni la subordinación de las instituciones electorales como el IEEM y el tribunal. Por otro lado, el PAN desde hace lustros está encajonado en las zonas urbanas mexiquenses del poniente de la CdMx. Arrastra un vergonzoso cuarto lugar en 2017 con una pésima campaña abanderada por Josefina Vázquez Mota.
El PAN sabe que tiene al PRI en su puño. No solo está en juego la gubernatura mexiquense, la derrota del PRI en el Edomex marcaría la debacle total del partido. También tiene el futuro político de Alejandro Moreno: la Sección Instructora de la Cámara de Diputados será quien dictaminará su desafuero. Está integrada por dos morenistas, un priista y el panista José Elías Lixa, allegado al grupo de Marko Cortés y cuyo su voto será determinante para decretar desafuero o garantizar la impunidad del repugnante Alito.
La alianza PRI, PAN y PRD no es de principios. Es pragmática, busca frenar la expansión de Morena en el Edomex y mantener en el poder al PRI. Es una alianza electoral de intereses compartidos, por ello muy difícil pensar en una coalición de gobierno. Dicha alianza subordina los principios e inhibe las animadversiones de antaño. A pesar de rebeldías los rencores militantes de antiguas batallas políticas se subordinan frente a la amenaza común que representa la 4T.
Los partidos de la alianza opositora parecen no haberse sacudido del shock del 2018. La ciudadanía les votó en contra por hartazgo. Aún no lo han asimilado. Ahora carecen de un proyecto de nación. Su labor es criticar cada iniciativa del gobierno y deconstruir el obradorismo. Por tanto, es tiempo de ofertar propuestas serias.
Bernardo Barranco