Los crímenes de un gobierno no son de los ciudadanos, y menos del pasado. La guerra del presidente ruso Vladimir Putin en contra de Ucrania, desató la guerra en contra de la cultura rusa. Eso es una injusticia tan grande como la invasión de Ucrania. La diferencia es que la segunda es un ataque de la censura contemporánea, el nuevo patíbulo virtual que es la “corrección política”.
La corrección política son los nuevos tiranos y los nuevos invasores, sus misiles los disparan desde las redes sociales, desde Twitter. Letales y aniquiladores, son armas de destrucción masiva porque se involucran las ciber masas en el ataque, y no descansan hasta que no dejan vidas destruidas, trayectorias desprestigiadas.
En varias universidades europeas cancelaron cursos sobre literatura rusa, diplomados sobre Dostoievski, que además sufrió la tiranía, y estuvo encarcelado en Siberia, torturado física y psicológicamente, un escritor portentoso pagando las consecuencias no de los crímenes de un estadista abusivo, no, es condenado de ese gobierno paralelo que es la corrección política. Argumentan “que los tiempos no son los más apropiados o no son oportunos” para hablar de literatura rusa ¿Cuándo lo son? Cuando a esta tiranía le conviene o no aplicar su maniqueo juicio.
La soprano de la ópera Anna Netrebko se vio obligada a renunciar de su temporada en del Metropolitan Opera House de Nueva York, porque le exigieron que declarara en contra de Putin, no en contra de la guerra, concretamente pidieron un señalamiento personal. Su lugar lo ocupará una soprano ucraniana. En el extremo de la politización y el chantaje, o declaras o te vas, y la soprano sustituta su mérito es ser ucraniana. La decisión del Met es un acto de revanchismo.
El director de orquesta Valery Gergiev fue despedido de la Filarmónica de Múnich, por negarse a declarar en contra de las acciones de Vladimir Putin. Nadie está obligado a manifestarse a favor o en contra de lo que haga otra persona, somos libres, ellos no tomaron decisión alguna con respecto a esa guerra, entonces no tienen que declarar algo como si fueran responsables.
La guerra es despreciable, es terrorífico ver que sucede en medio de Europa, desmoralizador saber que la diplomacia no evitó esta masacre. Inventar ahora una nueva forma de racismo, marginar a ciudadanos que no son culpables de esta atrocidad, acrecenta la desesperanza.
En la censura de esta corrección no debemos escuchar a Dmitri Shostakovich o leer a Pushkin porque hacerlo se convierte en una declaración de principios, y te señala como un admirador de Putin. La carrera de una cantante de ópera destruida, la del un director de orquesta mancillada, la “corrección política” ya se puede sentir orgullosa de sus trofeos, y lo peor es que ese daño no le hace mella a Putin, que con o sin el respaldo de esos artistas, estaba decidido a atacar a Ucrania.
Avelina Lésper
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