El arte total seduce, hipnotiza, causa adicción. Es una celebración de la naturaleza humana que llega a sus límites para entregarse a sí misma, a sus posibilidades de placer y disciplina en la creación de una obra viva.
La Gala final del festival Danzatlán fue pantagruélica.
La pieza central fue el Bolero, coreografía creada por Maurice Béjart con la música de Maurice Ravel.
El Bolero contiene la esencia de la seducción, el ritmo, hasta llegar a un crescendo apoteósico.
Estrenada en 1928, ha sido inspiración de bailarines y coreógrafos. Béjart, creó una de las obras más brillantes que existen en la danza contemporánea.
Esta versión contiene todo el erotismo ritual del arte más primigenio, del momento en que el arte pagano era parte del misterio de la humanidad.
Elisa Carrillo la interpretó con 40 bailarines hombres, una experiencia espléndida, del nivel de su maestría.
El programa con varios primeros bailarines de las compañías más importantes del mundo. Ver la Gala en el Teatro Morelos de la Ciudad de Toluca fue un verdadero privilegio.
Hubo momentos exquisitos como la coreografía de Uwe Scholz con música de Serguei Rachmaninov.
Interpretada por Elisa Carrillo y Alejandro Virelles de la compañía Staatsballett Berlín.
La soltura de la pareja, pareciera que el cuerpo fue creado sólo para bailar. Inesperada y poética fue Faun(e), coreografía de David Dawson, con música de Claude Debussy, interpretada por Marcelo Gomes y Alejandro Martínez de la compañía Semperoper Dresden Ballett. Amorosa, fluida, simétrica, era ver Fedro, el diálogo de Platón interpretado en danza. Borelia, con coreografía de Edwaard Liang, música de mi admirado Max Richter, intérpretes:
Lucía Lacarra y Matthew Golding, de la compañía Dortmund Ballet, la abordaron con emoción y dominio.
El siempre espectacular pas de deux de Don Quixote, que lo podemos ver cien veces y siempre es un espectáculo de maestría, en esta ocasión fue extraordinario, la coreografía de Marius Petipa sobrevive al tiempo y sigue siendo un reto para todos los bailarines, con música de Ludwig Minkus, interpretada por Ekaterina Pervushina y Kimin Kim de las compañías del Ballet del Teatro del Kremlin y Ballet del Teatro Mariinsky.
Extraordinaria, por su fuerza y propuesta, fue Long dem day, con coreografía de Marco Goecke, música de Nina Simone, interpretada por la Compañía Nacional de Danza, fue de mis favoritas.
Hubo más coreografías, menciono las que podría ver decenas de veces y que no voy a olvidar.
El teatro lleno absoluto, el público emocionado gritaba y aplaudía por presenciar danza clásica y contemporánea.
Es fundamental para fomentar el aprecio por el arte y la cultura estos espectáculos, que además fue gratuito por el compromiso que la Secretaría de Cultura del Estado de México tiene con su misión.
Estoy segura de que muchos niños y niñas, jóvenes, salieron del teatro convencidos de dedicar su vida a la danza y al arte.
La Fundación Elisa Carrillo está marcando la historia de la danza en nuestro país.
Avelina Lésper
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