Política

Ante la derrota, la calumnia

La oposición moralmente derrotada y un frustrado aspirante a ministro me acusan de que pretendo, como integrante del Comité de Evaluación, apropiarme del Poder Judicial.

Afirman que es inexplicable que llegaran algunas candidatas que trabajaron en mi equipo de trabajo —juristas con décadas de experiencia profesional en el Poder Judicial— si no es debido a una corruptela o artimaña para favorecerlas, como si fueran personas incompetentes, sin agencia, méritos profesionales y una trayectoria propia.

Sostienen que incurrí en un conflicto de intereses porque estas abogadas pasaron “milagrosamente” los filtros del Comité, y se convirtieron en candidatas en virtud de mi influencia, que —imagino— conciben ilimitada, como si el voto de mis colegas del Comité fuera irrelevante y el proceso una simulación.

Estas afirmaciones caen por su propio peso, pues de las mil 428 personas insaculadas por el Comité, solamente nueve trabajaron en algún momento en mi equipo a lo largo de 14 años que ejercí el cargo de ministro de la Suprema Corte. Esto representa 0.63 por ciento de las personas que fueron insaculadas.

Pero además, de estas nueve personas ocho son mujeres, lo que evidencia el carácter machista de quienes me calumnian, pues asumen que las mujeres dependen de un patrocinador o padrino político para alcanzar posiciones de influencia. Lejos de atacarme, faltan el respeto al trabajo de miles de mujeres abogadas en México que no le deben a nadie su carrera ni sus logros.

Pero la rabia y el resentimiento no llegan muy lejos. La trayectoria, la probidad y capacidad de quienes llegaron al final del proceso hablan por sí solos. Ello no es fruto de ningún milagro. Fue el producto de tres intensos meses de trabajo, en los que el Comité emprendió una labor titánica y sin precedentes para seleccionar a los mejores perfiles. Un proceso riguroso, exhaustivo y transparente, regido por criterios objetivos, que permitieron identificar a las candidaturas más robustas para ocupar los cargos del Poder Judicial federal.

En efecto, en ese periodo se revisaron meticulosamente más de 18 mil 400 postulaciones; se generó un listado público de más de 11 mil aspirantes elegibles; se analizaron individualmente miles de ensayos, currículos, cartas de recomendación, constancias profesionales; se desahogaron cientos de entrevistas que fueron evaluadas cuidadosamente y que hoy son de libre consulta para la ciudadanía; se realizó una insaculación pública impecable de los mejores perfiles; se dio respuesta a cientos de consultas ciudadanas y otras tantas impugnaciones promovidas por aspirantes en juicios públicos ante el Tribunal Electoral, cumpliendo puntualmente con sus resoluciones.

Mis compañeras y nuestros equipos trabajaron arduamente, sin parar un solo día. Lo hicimos contrarreloj y hasta la extenuación, con la única meta de seleccionar a las y los mejores; con el único anhelo de una mejor justicia; con la única convicción de que un Poder Judicial independiente, profesional y humano no es una quimera.

Hoy puedo decir con satisfacción que entregamos buenas cuentas. Llegarán a la boleta hombres y mujeres competentes y con vocación de servicio.

Ninguna de ellas —y sobre todo ninguna mujer— llegó hasta aquí por sus relaciones, influencias o amistades. Ninguna es la vocera, mandadera o marioneta de nadie. Muchas de ellas han dedicado su vida entera al servicio público, y han alcanzado posiciones de gran influencia por su talento, dedicación y compromiso. Algunas de ellas han contribuido de forma transformadora a nuestro sistema de justicia. Su integridad brilla con luz propia. Ello es particularmente frustrante para algunos hombres que solo han llegado lejos por sus nexos o por su lealtad hacia figuras que son impresentables.

Agradezco a mis compañeras integrantes del Comité: mujeres comprometidas a las que respeto y admiro, porque trabajaron tenazmente para concluir con nuestra encomienda, aun cuando tuve que ausentarme desde el 13 de enero hasta el 2 de febrero por motivos serios de salud, que incluso me llevaron a estar hospitalizado.

Desde luego, agradezco a mi equipo de trabajo por su entrega incondicional. Ante todo, mi gratitud a la Presidenta de la República por su confianza y respaldo para concluir esta tarea.

El Comité trabajó de inicio a fin en libertad. Sin cuotas y sin imposiciones. Ahora toca a la ciudadanía informarse y participar. El próximo 1 de junio, el pueblo de México decidirá la mejor ruta para alcanzar esa justicia igualitaria, humana y sin privilegios que anhelamos.


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Arturo Zaldívar
  • Arturo Zaldívar
  • Coordinador General de Política y Gobierno de la Presidencia de México. Ministro en retiro y expresidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación
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