En lo que la propia plataforma de Twitter califica como su compromiso con la transparencia, dio a conocer a inicio de esta semana la nueva política con respecto a los contenidos publicados por los usuarios, por medio de la cual limitará el alcance de los mensajes que infrinjan las políticas de conducta de odio.
Se trata de un filtrado de visibilidad orillará a que mensajes que inciten a la violencia, discriminación, acoso o ataquen por motivo de raza, etnia, origen nacional, casta, orientación sexual, género, identidad de género, afiliación religiosa, edad, discapacidad o enfermedad grave, se les despliegue una etiqueta que advierta la violación a las políticas comunitarias.
La falta reiterada ameritará que Twitter suspenda la cuenta, no sin antes haber contactado al usuario por Mensaje Directo para hacerle saber que corre riesgo de ser penalizado.
¿Cuántas cuentas que son usadas exclusivamente para denostar y atacar, con fechas de creación muy recientes tendrán que ser desactivadas? ¿estaremos frente a una limpia real de usuarios fake?
En primera instancia la medida parece un buen paso para la regulación de los contenidos, sin actitudes autoritarias, sin embargo, también se corre el riesgo de que las interpretaciones se sesguen y terminen silenciando a actores ajenos a proyectos políticos u opositores.
Otra medida interesante que se plantea para mejorar la seguridad de las personas que usan esta interfaz es la colocación de una etiqueta en caso que se estime que el contenido es engañoso; en este caso, ante una valoración errónea, el usuario tiene la posibilidad de refutar.
A partir del 18 de mayo también cambiarán los términos del servicio, al establecer que la empresa con la que se firma el contrato es X Corp, el corporativo de Elon Musk, y ya no más Twitter.
En términos generales, las cláusulas se mantienen sin cambios, con el amable recordatorio de que el pago mínimo que podemos hacer como usuarios a la magnánima plataforma es entregar la licencia universal para el uso de los contenidos que generamos y una advertencia de que a su exclusivo criterio, puede suspendernos parcial o definitivamente el servicio.
De ahí en fuera, todo bien.