El escenario electoral en México este 2024 será un termómetro para medir la madurez de los actores políticos y la población en general en su relación con la Inteligencia Artificial (IA).
El reto para la clase política es resistir la tentación de utilizar esta opción tecnológica para generar textos manipulados que intenten incidir en el ánimo de los electores.
Para los ciudadanos, el asunto radica en saber distinguir entre una noticia, imagen, video o audio falsos de los reales.
Parece un ejercicio sencillo, sin embargo esta fue una prueba que una democracia más consolidada, como la norteamericana, no superó en 2016, durante los comicios en los que el republicano Donald Trump resultó ganador.
En aquella ocasión, pese a la ventaja con la que arrancó la demócrata Hillary Clinton, las versiones alteradas sobre su pasado y presente, enviadas a población indecisa, derivaron en su derrota.
Si bien, no es nada nuevo que las campañas negras vienen incluidas en el manual de operaciones de todas las corrientes políticas para minar la percepción de los votantes hacia los contrincantes, imagine lo que podría ocurrir utilizando las posibilidades de la IA.
En la actualidad, una voz cualquiera se convierte, en cuestión de segundos, en la de un personaje destacado, gracias a los patrones estudiados por las herramientas de IA para darle formato y adecuarla.
Hoy más que nunca es más factible que se cumpla el clásico “es mi voz, pero no es mi voz”.
La IA también ha tomado un papel fundamental en los procesos empresariales para hacer a las organizaciones más productivas, al mismo tiempo, más competitivas.
De acuerdo con estimaciones con las que cuentan organizaciones patronales, el 80 por ciento de sus agremiados tiene considerado hacer inversiones en materia de tecnología y herramientas de IA.
Uno de los aspectos en donde está siendo más utilizada es la selección de Recursos Humanos; el reto de los empresarios es no creer que la idoneidad documental resultará siempre en idoneidad profesional.
Así, 2024 se antoja un año en el que, paradójicamente, la IA pondrá a prueba nuestra sensibilidad humana.