Política

Psicología del terror

Para entender el México que todos vivimos es necesario colocarse mentalmente a las puertas de cualquier local por la noche. A unos kilómetros de ahí, en un penal estatal, se inicia una pelea entre bandas rivales que se han sentenciado a muerte. Nadie puede predecir el baño de sangre y violencia que se desatará horas después.

Sin tener conocimiento de todo este caos, un ciudadano de a pie, que podría ser usted o yo, va a la tienda de su casa, o a echar gasolina a su coche, o vuelve del trabajo, cuando todo estalla. Cuando la mecha que se prende tras las rejas de una cárcel, gobernada por todos menos por el propio Estado, y se extiende el peligro hasta la puerta de su propia casa. Y entonces una ciudad completa se convierte en un macabro escenario bélico, que es para los criminales un campo abierto de diversión, desatan el pánico y acribillan a gente inocente.

La población mexicana está obligada a convivir de manera regular con esta realidad. El narco se ensaña contra la población porque puede hacerlo, porque en lugar de enfrentar un sistema de justicia con “peso y reputación”, se burla de los abrazos que ofrece el gobierno federal. Es una psicología del terror la que están operando; el narco manda.

Al someter a la población se llama la atención de la policía y hasta del Ejército y así se afecta el negocio de un rival. Así se calienta una plaza. Y nosotros, la población, nos encontramos a la mitad del fuego cruzado. El objetivo es llamar la atención de los medios y del Estado y que se dé con los responsables. Se darán algunas detenciones y, en consecuencia, se rompe el orden criminal establecido para imponer después otro. Y así, las veces que el crimen lo considere, el crimen manda. La violencia en México se cobra 100 homicidios al día y hay más de 100 mil desaparecidos.

El Presidente Andrés Manuel López Obrador ha demostrado que se encuentra rebasado, no puede con este reto, se encuentra declarado en “jaque”, aunque él tenga una percepción diferente de esta pesadilla, todo lo minimiza, lo politiza, lo confunde, desvía la atención, evade su responsabilidad, y como último recurso, decide violar una de sus promesas de campaña que lo llevó a la victoria: consolidar un proceso de militarización que en los últimos años se ha institucionalizado a costa del orden constitucional. El empoderamiento de los militares hoy es palpable en materia de seguridad, salud, la distribución de bienes y servicios, la construcción de infraestructura y la fiscalización del comercio exterior.

En todo caso, se advierten los riesgos de esta determinación, atender el fondo, las formas son lo de menos, el fin justifica los medios. Y, de nueva cuenta, la palabra presidencial se convierte en ley para revestirse de legalidad. Es así como atestiguamos la deformación de la propia función de seguridad pública y se incrementa la arbitrariedad, la opacidad, la victimización, la violación de derechos humanos y la impunidad.

Estamos atrapados, tenemos que actuar como un solo pueblo ante esta tragedia, el Estado de México está en el umbral de nuevas elecciones estatales, no caigamos en las trampas de las eternas promesas de campaña, necesitamos elegir a los mejores mexicanos para atender esta pesadilla, no podemos seguir coqueteando con la tragedia y el caos, dejemos de politizar con la desgracia.

Arturo Argente Villarreal

Tec de Monterrey, Campus Toluca


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