Política

USAID

En días pasados Donald Trump, vía Elon Musk, decidió detener durante 90 días todos los fondos de cooperación internacional que el gobierno de los Estados Unidos aportaba al exterior a través de su conocida agencia, USAID.

La decisión se tomó después de que un análisis inicial arrojó que el gobierno estadounidense había venido financiando todo tipo de proyectos no sólo absurdos e inútiles, sino incluso muchos que abiertamente van en contra de los intereses del país. Algunos ejemplos incluyen la asignación de 1.5 millones de dólares para promover la diversidad, equidad e inclusión en el ámbito laboral de Serbia, así como el financiamiento de un musical con esa misma temática en Irlanda. También se reveló que USAID financió la educación de Anwar al-Awlaki, un conocido terrorista de al-Qaeda vinculado a los ataques del 11 de septiembre, con más de 27,000 dólares en matrícula universitaria. Además, la agencia otorgó una subvención de casi medio millón de dólares para fomentar la expansión del ateísmo en Nepal y destinó 1 millón de dólares para fortalecer a grupos LGBTQ francófonos en África. Estos programas, considerados por algunos como ejemplos de mala gestión y despilfarro, están siendo utilizados para justificar el desmantelamiento de la agencia.

Si bien la medida ha sido ampliamente criticada porque efectivamente muchos nobles programas perderían su financiamiento y, por lo tanto, su viabilidad, afectando incluso a millones de personas en distintas partes del mundo, lo cierto es que también se controlará, después de décadas, una sangría de recursos que mantenía ostentosos estilos de vida de interminables consultores y fundaciones, algunos reales, otros simples intermediarios, que habían hecho del uso y abuso de estos fondos una industria, un modo de vida y casi una mafia.

Así las cosas, y a pesar de los pesares, algo es claro: cualquier recurso público que se utiliza para apoyar a quien no lo generó, y más cuando eso se hace en otros países, debe partir de la conveniencia estratégica, la transparencia y, ante todo, la racionalidad. Nada de esto era algo que la operación de USAID garantizara y, por lo tanto, su virtual desaparición en el formato que tenía parece estar más que justificada.

La suspensión de estos fondos plantea una pregunta esencial: ¿entonces cómo canalizará Estados Unidos su cooperación internacional en el futuro? La respuesta parece ser clara, considerando las prioridades de Trump. La ayuda internacional disminuirá. Además, se buscará influir sobre el mundo con una combinación de poder blando y duro y, sobre todo, parece inevitable que se atenderán temas exclusivamente afines a la visión del presidente y su movimiento político: un cambio absoluto en la concepción de la solidaridad global. Y esta es la recortada opinión institucional de tu Sala de Consejo semanal.


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Arnulfo Valdivia Machuca
  • Arnulfo Valdivia Machuca
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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