En el mundo actual, el concepto de Inteligencia Artificial (IA) genera tanta fascinación como terror, principalmente por la incertidumbre sobre el futuro que puede llegar a generar. Y aunque muchos podrían pensar que estamos en el apogeo de la era de la IA, lo cierto es que, para desánimo de sus detractores, nos encontramos apenas en la prehistoria de esta fascinante revolución tecnológica.
Si bien la Inteligencia Artificial General (AGI, por sus siglas en inglés), que se entiende como la capacidad de la IA para realizar cualquier tarea intelectual y emocional que pueda realizar un ser humano, aún parece estar relativamente lejana, innovaciones en la computación cuántica y el desarrollo de algoritmos podrían acelerar su desarrollo, sugiriendo que podríamos estar más cerca de lo que algunos expertos calculan.
Para transitar de la IA a la AGI, aún se requieren avances significativos en diversas capacidades computacionales, incluyendo la percepción visual y auditiva, habilidades motoras finas, procesamiento del lenguaje natural, resolución de problemas, navegación, creatividad y la comprensión social y emocional. No obstante, todas estas son líneas que se están desarrollando en miles de espacios de investigación y empresariales en el mundo, con lo cual las piezas que requiere el rompecabezas de la AGI poco a poco se completan.
La AGI transformará la vida de individuos, empresas y sociedad. Por ejemplo, cambiará radicalmente la forma en que hoy accedemos a la IA, que es a través de pantallas 2D. Con la AGI surgirán interfaces más inmersivas como la realidad virtual y aumentada física. Es decir, proyectada frente a nosotros, sin necesidad de visores. Incluso accederemos a tecnología que empresas como Neuralink ya han avanzado, para interactuar con dispositivos a través del pensamiento. El campo de la robótica también será profundamente mejorado por la AGI. Ya hoy están naciendo humanoides tipo C3P0 de la Guerra de las Galaxias, que tienen capacidad no sólo para realizar actividades mecánicas complejas, sino de entender mejor, emular y hasta predecir a los humanos.
Es cierto que aún falta vencer retos técnicos y tecnológicos para adoptar plenamente la AGI, pero desde ahora es fundamental prepararnos desde los espacios éticos, sociales, culturales, económicos y políticos, para adaptar las estructuras sociales, organizacionales e institucionales a una nueva realidad que ya no se limitará ni a las novelas de ciencia ficción ni a nuestros peores temores; una realidad inminente que estará marcada por la coexistencia entre humanos, humanoides y tecnologías hoy inimaginables. Con todas sus ventajas, este nuevo mundo también traerá terribles consecuencias a quienes no se preparen para adaptarse. Es el apocalíptico análisis computacional de tu Sala de Consejo semanal.