Una encuesta elaborada por el Instituto Belisario Domínguez de la Cámara de Senadores, sobre el ejercicio legislativo en esa institución que apenas terminó, arrojó como resultado la desaprobación de más de 67 por ciento, por parte de los ciudadanos consultados.
La misma encuesta revela que los mexicanos confían en que la nueva legislatura, que inició funciones en septiembre pasado, tendrá un mejor desempeño, aunque está por verse, ya que aún es demasiado temprano para verter una opinión al respecto.
Ya que se hizo una muestra sobre el Senado, debería realizarse otra en la Cámara de Diputados, en donde han abundado los improvisados, los arribistas, los que se han dedicado a hacer negocios, los que no han dejado pasar oportunidad para aprobarse salarios excesivos por no aportar nada, absolutamente nada a favor de los mexicanos.
En donde además, también desde septiembre pasado, abundan de manera sobresaliente quienes no tienen una idea siquiera remota del trabajo que desempeñan y en donde seguramente pronto se verán magros resultados. Nadie dirá nada, porque a eso estamos acostumbrados.
En una ocasión me propuse observar durante casi dos años el desempeño de los legisladores en ambas cámaras y pude apreciar que entre los diputados no llegaban a cincuenta, de un universo de 500 representantes populares, los que acudían a la tribuna a presentar iniciativas o siquiera a aceptar o a rechazar propuestas que les gustaran o no.
En la de Senadores ocurría lo mismo. Pude contar en una ocasión a 15 de ellos que subían a la tribuna y ese número representó un récord. En ambas instituciones la inmensa mayoría permanecía en sus curules visiblemente somnolientos, en espera de que su coordinador les ordenara levantar la mano o mantenerse en la misma actitud de absoluta inacción.
También me percaté que esos celosos representantes de los mexicanos acudían a las más caras agencias vendedoras de automóviles, como la Mercedes Benz, a comprar de contado los más lujosos. Por ejemplo, ocurrió con Ricardo Barrientos, acusado por los guerrerenses de no haberse preocupado un ápice por sus representados y por no haber hecho el mínimo esfuerzo para llevar recursos a las zonas que los necesitaban, entre muchos otros.
Hablo de apenas 10 por ciento que por lo menos hace un intento por desempeñar su trabajo y por justificarse con sus electores. Al otro 90 por ciento hay que mantenerlo. ¡Y muy bien pagado!
Senado reprobado
- Perfil Mexiquense
-
-
Armando Ríos Ruiz
Toluca /