Cuando un delincuente señala a un político que lo ha cobijado a cambio de extorsiones, basta con que éste advierta que lo dice un maleante para que no sea verdad o para no creer. Sin embargo, en estos tiempos, el fenómeno opera al revés. A quien se le cree es a cualquiera que no sea político, porque éste suele ser mentiroso enfermizo y la gente ya lo sabe de sobra.
En el juicio que se le sigue al Chapo, en Estados Unidos, Jeffrey Lichtman, integrante del equipo de abogados del sinaloense, mencionó una lista enorme, con nombres de personas a quienes fueron entregados millones de dólares del narcotráfico, en la que aparecen el ex presidente, Felipe Calderón y el aún Presidente, Enrique Peña Nieto.
Hay mucho qué decir del panista, pero recordémosle sólo el monumento a la corrupción llamado Estela de Luz, que no sirve para nada.
Del mexiquense Peña, ni hablar. Su pobre aceptación dice de más. Muchos apuestan a que no llegó a la Presidencia mexicana más que a apoderarse de cuanto haya estado a su alcance, sin dar ninguna importancia a los buenos resultados. Se habla de que le era necesario un pacto con el Presidente entrante, para evitar un juicio en su contra.
Cuando en el juicio fue mencionado el nombre de Genaro García Luna, secretario de Seguridad Pública durante el gobierno de Calderón, también señalado de recibir millones de dólares, éste se aprestó a decir que eran calumnias como las que de él se dijeron durante mucho tiempo.
Sin embargo, la PGR está rebosada de denuncias en su contra, por delitos que van desde la extorsión hasta la violación a los derechos humanos, pasando por la privación ilegal de la libertad, montaje de pruebas, secuestro, enriquecimiento inexplicable y muchos, muchos más.
Cuando terminó el sexenio llegó a una pista clandestina en Sinaloa, acompañado de su lugarteniente, Luis Cárdenas Palomino y de dos colombianas, seguido por muchas camionetas último modelo, a una pista clandestina, en la cual abordó, junto con sus acompañantes, un avión. No se supo a dónde iba, pero se notaba que huía.
Después se supo que se había asentado en Miami, Florida, en donde atiende un restaurante. Con lo anterior, que es poco, basta para que creamos que las acusaciones contienen verdades.
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Armando Ríos Ruiz
Ciudad de México /