Alguien tuvo la idea de alegrar el alma del Primer Mandatario y logró su cometido con creces. De acuerdo con las referencias que existen, fue alguien del Inegi. Le hizo saber que una encuesta realizada por dicha dependencia revela que el pueblo está feliz, feliz, feliz.
Los datos de quienes vivimos en este país no contienen dejos de felicidad por ningún lado. Y no hace falta la metodología de una encuesta. Quienes no empleamos esos métodos, podemos, no obstante, observar que los crímenes aumentan todos los días de manera espantosa como alarmante.
En lo anterior coincidimos con las encuestadoras más fuertes y fidedignas. El Inegi ni otra institución pueden asegurarnos que la población del país vive feliz, cuando diariamente sufre una agresión, ya no sólo de los criminales, sino del propio gobierno, desde donde todos los días surge una noticia desalentadora.
¿A quién emociona, por ejemplo, escuchar a su Presidente decir que su gobierno incautará cuentas bancarias que no tengan movimiento? ¡Sabrá Dios cuánto esfuerzo hizo su propietario para acumular algo de dinero y dejarlo en un banco, tal vez para curar alguna enfermedad propia o de sus familiares, principalmente en días en que las medicinas tienden a extinguirse! ¡O quizá para heredarlo a sus descendientes!
¿Quién podría vivir feliz en un país en donde el crimen crece diariamente y no existe ni por asomo autoridad que se atreva a combatirlo? Hay varias entidades en donde los delincuentes se exhiben abiertamente en lujosos automóviles, armados hasta los dientes y nadie los toca.
Un servidor es capaz de realizar una encuesta con todas las de la ley y obtener el resultado que pidan, de manera científicamente cierta. Puedo conseguir datos que digan que todos son felices. Pero también que digan exactamente lo contrario. Como lo hacen las encuestadoras pagadas, pues.
Pero existen sondeos que nadie paga y que se dan todos los días: los comentarios en los medios al final de un artículo. Ahí se pueden leer agarrones con mentadas de madre y otros calificativos floridos. Se nota que la ciudadanía no está feliz y que, lejos de eso, quiere pelear con quien sea. ¿Y las amenazas hasta de muerte a periodistas incómodos?
Creo sinceramente que el Inegi hizo una encuesta alentadora a propósito. A modo. Que preguntó sólo en ciertas áreas de la población y que inclusive –porque así debió suceder—, eliminó respuestas que no deseaba escuchar.