Dicen que suelta dinero a diestra y siniestra, pero dinero en cantidades estratosféricas para librar la acción de la justicia en su contra. Por eso es el poderoso líder del Sindicato de PEMEX, dueño de vidas y haciendas y hasta de una que otra plataforma petrolera. De millones sin contar y de conciencias blandas de muchas instancias del gobierno federal. ¡Claro que se trata de Carlos Romero Deschamps!
Durante su vida al frente del organismo sindical ha logrado sostenerse por la sencilla razón de que supo aglutinar un capital monetario increíble y gracias a esto, el capital político que le ha costado pagar a otros poderosos funcionarios públicos, sin que se muevan de su oficina. El dinero ha llegado a sus bolsillos o a sus cuentas bancarias.
En esa misma forma se ha movido a través del tiempo en que ha sorteado todo tipo de dificultades con presidentes del país que llegan y se van y con las autoridades de la Secretaría del Trabajo, a las que ha maiceado a reventar, sexenio tras sexenio.
Hace poco, las actuales autoridades anunciaron a los cuatro vientos la inminente caída del líder. Inclusive se anunció que se desataría una intervención pocas veces vista, en contra de su esposa, de sus hijos y de sus familiares, quienes nunca ocultaron el producto de las atrocidades cometidas por el patriarca, con la adquisición de lujosos automóviles y departamentos fuera de México y con viajes en primera clase, acompañados de las mascotas.
El líder se movió como sabe y logró lo que está acostumbrado a lograr: la compra de conciencias para evitar su captura y la de sus familiares. Inclusive, los últimos días del mes pasado, el juez federal 14 de Distrito del Estado de México le concedió suspensión definitiva de amparo, que impide la ejecución de la orden de aprehensión en su contra.
¡Así de fácil! Los delitos de enriquecimiento ilícito y lavado de dinero de que está acusado pueden esperar indefinidamente, hasta que llegue el olvido. A lo mejor.
La FGR ya había identificado depósitos con cheques en pagos electrónicos interbancarios a favor de familiares y además sin que pudiera justificarlos.
Pero como vivimos el sexenio del jubileo, hay perdón no sólo para este señor, sino para otros que pueden disfrutar a sus anchas todos los pecados cometidos en contra de México.
Mientras tanto, en el sindicato de Pemex aún se escucha el resonar de su voz acompañado de órdenes fulminantes.