Muchos mexicanos sabíamos de antemano el resultado de la consulta que desde el domingo decidió el destino del nuevo aeropuerto. Sabíamos que sería el Presidente electo quien lo haría realidad y no el pueblo, como quiso aparentar para lavarse las manos y asegurar que es obediente de esa voluntad. Ganó Santa Lucía.
¡Una farsa de consulta! Después de los resultados dijo que tendríamos que acostumbrarnos a ellas cada vez que sean necesarias. Debió haber dicho mejor: “acostúmbrense a la farsa, a la mentira, a que se haga mi voluntad”. Esto será sin duda el tenor de su mandato, que apenas está por empezar y ya deja mal sabor.
Se ha dicho hasta el cansancio, que sólo se instalaron unas cuantas casillas en lugares en donde Morena cosechó más votos en julio pasado; que la consulta era ilegal por sobrados motivos; que los habitantes de San Salvador Atenco recibieron más boletas que otros; que muchos votaron hasta cinco veces en diferentes lugares y un sin fin de irregularidades más.
Con todo y eso, la votación apenas llegó al millón de ciudadanos, en un evento ilegal, que debería empujar a declararla desierta, si hubiera un poco de decencia.
Lo malo es que la decisión del que manda dicta que se cumpla su propuesta y que se cancele la construcción en Texcoco. Los únicos que la vitorean son los allegados al Presidente electo, aun cuando él mismo repita que “ni a camajanes ni a fifís les gustó la consulta”. De sobra sabemos que no conoce el respeto a la ley.
Más temprano que tarde, comienzan a repetirse las prácticas malsanas que provocó en los mexicanos un hartazgo que se manifestó en las elecciones presidenciales y que dieron paso al triunfo de quien ahora imita el “más de lo mismo”, con ingredientes personales que rayan en lo desmesuradamente insultante.
Con advertencias que hacen pensar en el futuro que espera a los mexicanos cuando comience a escuchar el canto de las sirenas, si no es que ya comenzó y se decida a reformar la Constitución para prolongar su estancia en la Primera Magistratura, gracias a una consulta en la que el pueblo pida con lágrimas que se quede otros 20 años, si los aguanta.
Desde ahora provoca alertas en lo que será lo peor para los que creyeron en él. No se antoja nada remota una orden a los incondicionales del Congreso para reformar el artículo 83 constitucional. Ya dijo que otra consulta decidirá si continúa o se va. Desde hoy conocemos el resultado.