En el último sexenio del siglo pasado, el PRI llegó a las elecciones presidenciales carcomido por la corrupción y los electores con un hartazgo impresionante, que expresó en las urnas. Durante las campañas, en todos los rincones del país se escuchaba a la gente expresar que votaría por Fox. Muchos no sabían su nombre y decían: “por el de las botas”, “por el de la hebillota” o “por el de las tepocatas”.
El tricolor fue desplazado de Los Pinos y el PAN ocupó su lugar durante 12 años. El primero pasó todo ese tiempo insistiendo a los cuatro vientos que ellos sí sabían gobernar. La idea logró su cometido y finalmente caló. En 2012 volvió por sus fueros y con trampas, con compra de votos y muchas triquiñuelas más, regresó al máximo poder con un Presidente joven, de quien se esperaban cosas novedosas, a pesar de todo: Enrique Peña Nieto.
Esas esperanzas depositadas en la juventud se referían a que el joven primer mandatario de la nación actuaría de manera diferente, precisamente por ser joven y que apuntalaría a tales niveles a su partido, que volver a echarlo sería una tarea imposible. La decepción no esperó mucho. Escasamente dos años después, el mandatario comenzó a desdibujarse de tal forma que parecía más bien dispuesto a dejar en la lona, a aniquilar al instituto que lo hizo ganar.
Y lo dejó en la lona.
El hartazgo en las últimas elecciones fue tan brutal, que superó con creces el del año 2000. Los mexicanos iniciaron una ola de críticas a todo cuanto hacía su gobernante, quien, además, daba mucho material para ello, que se reflejó en las elecciones intermedias con un rechazo enardecido al partido en el poder. Lo hizo perder estrepitosamente.
Lejos de recapacitar, hubo insistencia en llevar a ese instituto político al precipicio, tal vez con la idea de ganar las elecciones de 2018 como se estilaba: con todas las chapuzas del mundo.
La gente volvió a responder con el rechazo absoluto y aunque los priistas que se aferran a ese barco lleno de boquetes dicen que tiene reparación, nadie ve cómo.
Anteayer, durante y después de la conferencia conjunta en Palacio Nacional de los presidentes entrante y saliente, respectivamente, Andrés Manuel López Obrador y Enrique Peña Nieto, las redes sociales volvieron a llenarse de denuestos para el aún mandatario. El coraje, el encono, la saña, persisten, pese a que ya se va y parece que durará mucho tiempo.
¿Cuánto para olvidar?
¿Cuánto para olvidar?
- Perfil Mexiquense
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Armando Ríos Ruiz
Toluca /