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Calentamiento global

Quizá hemos estado en un invernadero con temperatura y humedad más intensa que la exterior, gracias a su construcción con un material translúcido que al pasar la luz solar atrapa la infrarroja, resultando difícil resistir el calor que en ese lugar se acumula por largo tiempo; algo parecido pasa cuando estamos encerrados en un coche.

La triste noticia es que el efecto invernadero está presente en nuestro planeta, y lo conocemos como calentamiento global, sumado a que son las actividades humanas para conseguir energía las que liberan gases que retienen el calor, conociéndose como “gases efecto invernadero”.

Lo preocupante es que de un invernadero podemos salir, pero del planeta Tierra no hay otra opción, aquí esta nuestra casa, nuestra vida, nuestra sobrevivencia.

Actualmente la temperatura de la tierra es 1°C más cálida que en la época preindustrial, cuando inicia el incremento del dióxido de carbono. Su efecto en la atmósfera ya lo había anunciado en 1895 el químico suizo Arrhenius, ganador del Premio Nobel en 1903. También el físico Jean Fournier(1824), quien analizó el papel energético de la atmósfera, advertía que las actividades humanas pueden influir en el clima, y para ir un poco más lejos Teofrasto, discípulo de Aristóteles, teorizaba sobre los cambios que observaba en el frío y calor cuando se cambiaba el uso de suelo derribando bosques para fines agropecuarios.

Con todas estas advertencias, fue apenas en el año 1992 cuando la ONU convoca la Convención sobre el Cambio Climático en Río de Janeiro y a partir de ese momento se realizan anualmente las COP: “Conferencias de las Partes” para establecer acciones que eviten el cambio climático derivado del calentamiento global.

Recién concluyo la COP26, en Glasgow, Escocia, calificada como la última oportunidad para hacer realidad la posibilidad de limitar el calentamiento por debajo de los 2 grados centígrados; lo ideal son 1.5C°.

La urgencia radica en que la seguridad de la vida como la conocemos está en riesgo real, al incrementar la temperatura, los incendios, las sequías, la pérdida de la biodiversidad disminuirá la posibilidad de disponer de alimento, con efecto en la salud.

¿Qué hacer? Además de eliminar el uso de combustibles fósiles y restaurar los ecosistemas, necesitamos cambiar nuestros hábitos de consumo, lo que en lo individual hagamos será la mejor esperanza para un mundo habitable.

Arlette López Trujillo

Facultad de Estudios Superiores Iztacala UNAM


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