Desde la infancia, parte de los aprendizajes consideran el establecimiento de vínculos sociales, trabajar en equipo, interactuar con quienes les rodean, etcétera. Así se construye una coexistencia social que resulta ser el escenario donde se interactúa y desarrolla toda la vida.
Para nuestro humano conocimiento, resulta que este proceso no es algo exclusivo del homo sapiens ya que la interacción entre especies en general es muy antigua y es, en mucho, el soporte del funcionamiento adecuado del ecosistema.
Estas interacciones suceden permanentemente y se manifiestan en una gran cantidad de seres vivos, lo que podemos apreciar en las curiosas estructuras y adaptaciones de su cuerpo, un particular comportamiento y observar algo muy importante: el hecho de que estas asociaciones no son casuales, tienen una finalidad: la sobrevivencia.
A este proceso se le conoce como simbiosis, palabra que proviene del griego symbioun,“vivir juntos, convivir. “Esta coexistencia entre especies es tan importante que sin ella muchos habitantes del planeta no tendríamos condiciones para sobrevivir.
Cabe preguntarse, ¿qué haríamos sin los 100 billones de microorganismos que se encuentran en los intestinos, la boca, el tracto urogenital, la piel, y que su benéfica presencia nos permite realizar múltiples funciones vitales?
La simbiosis como parte sustantiva de los seres vivos se presenta mediante diversas formas de relación, unas benéficas y otras perjudiciales, identificándose tres: el parasitismo, donde un organismo vive a expensas del huésped; el comensalismo donde un individuo obtiene un beneficio y el otro no se perjudica, como los peces rémora que se adhieren al vientre de un tiburón para transportarse; y finalmente el mutualismo, donde las dos especies se benefician.
Algunos organismos, como los líquenes, son una asociación de algas que brindan alimento proporcionando carbono y fijan el nitrógeno y hongos que brindan protección. Aislados estos organismos, no existirían.
Otro ejemplo de simbiosis son los insectos “granjeros” que cultivan hongos alimentándolos con hojas, así el hongo no sufre por alimento y los insectos se benefician de su poder digestivo.
Son muchos los ejemplos, pero podemos concluir que la simbiosis es asombrosa, enlaza la vida de dos organismos para su sobrevivencia, y es soporte para la existencia de la vida como la conocemos.