Cultura

"Joker", en música espectral

  • Columna de Antonio Navarro
  • "Joker", en música espectral
  • Antonio Navarro

Tema obligado la premier de Joker con su descarnada identidad; fue entonces que se abrió la caja de pandora…

 Me concentro en la música de este film, soundtrack que elaboró la compositora y violoncelista Hildur Guonadóttir (Islandia, 1982), anticipándome en decir que el resultado es de muy buena factura.

Me gusta el tejido sonoro que la autora despliega como éter por los fluidos de la “música espectral”, tan orgánica y visceral que diluye en las entrañas de Arthur Fleck.

Música espectral: proyecto que anuncia la joven escuela francesa de compositores  en los memorables años setenta, (además) década donde se ubica el momento que narra la trama de esta película: ambientación de las calles, atavío en edificios, modelo de autos, y sobre todo un tratamiento de color que el director Todd Phillips (Brooklyn, 1970) impregna en el celuloide con aquella tonalidad tan peculiar que matiza las cintas en 35mm.

Joker, el personaje como tal, balbucea en el umbral de su existencia; así la música que se adhiere al relato explora el sonido en esencia del espectro y a través de su discurso va desencadenando variables en su temperamento armónico, dando como resultado resonancias de un matiz  ignoto y distante.

El recurso que emplea la compositora  para diseñar una atmósfera acorde a la filiación patética del guasón es adentrar asimismo el umbral, lo primitivo en el contenido de la partitura a través de una armonía sobria, de melodías sin ornamentación alguna encubiertas en lúgubre resonancia, asimilando los neumas de la antigüedad y un hálito que impregna del canto gregoriano: vínculo muy estrecho que me recuerda el gesto introspectivo del compositor Arvo Pärt (Estonia, 1935).

 “Un categórico golpe contra el sistema que, debido a su complejidad más que a su ambigüedad, corre el peligro de malinterpretarse” (diario El País). Como ésta, varias reseñas y críticas a la película coinciden. De la misma manera, el pensamiento de la postmodernidad que anuncia su postura en la segunda mitad del Siglo XX se define en una actitud de pensamiento hacia la cultura de fragmentación y la disolución de valores dominantes. Es la invalidación de las estructuras.

La música espectral que revelan en París a través de un manifiesto en 1979 se oponía al formalismo sistemático de la postguerra de 1945, declarando su posición estética hacia un sonido en esencia puro en su espectro, de ahí su apelativo.

Bajo esta primicia se inscribe el soundtrack de la autora islandesa, queriendo encontrar en la sonoridad agreste la modulación que nos lleve a la profundidad de una existencia trastornada y compleja; la reverberación visceral hacia una catarsis humana. De qué otra manera se puede confabular sino en el rictus de una danza. 


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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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