¿Hacía falta otro homenaje audiovisual para festejar los cincuenta años de El padrino de Francis Ford Coppola? La película que se ha vuelto de culto está tan mitificada y se ha incrustado en la historia del cine y la memoria de todo cinéfilo que se declara su fan, que no parecería necesario agregar otra pieza más a los reportajes, making of, documentales, series y cortometrajes de animación que se le han dedicado. Después del deleite de volver a ver El padrino en excelente calidad en salas de cine, Paramount nos invita a ver The Offer (La oferta) , una miniserie de diez episodios que narra las experiencias del productor Albert S. Ruddy durante la escritura del guión, la planeación, preproducción y producción de la película. En los créditos aparecen Michael Tolkien y Leslie Greif como guionistas, un impresionante elenco y personal creativo y técnico, mientras que, como es usual para una serie, cada episodio es dirigido por un director distinto. Ver el nombre de Tolkien despierta expectativas ya que fue él quien formuló con The Player (El ejecutivo) de Robert Altman (1992) una severa crítica al sistema de selección de proyectos de Hollywood.
La crónica recreada, los distintos dramas y la curva de suspenso central de La oferta giran alrededor del protagonista Albert S. Ruddy (Miles Teller) y su lucha por realizar El padrino. En cada uno de los diez episodios se desarrollan subtramas, conflictos personales, laborales, sociales y políticos que muestran el sistema de los estudios de Hollywood, la jerarquía de poder, los intereses detrás del proyecto, los problemas de Nueva York como locación, las exigencias de los políticos, los grupos de inmigrantes y, en especial, la Liga de Derechos Ciudadanos de los Italoamericanos ligados a la mafia. Las motivaciones y conflictos de los personajes crean identificación en el espectador que sabe cómo será el desenlace pero se engancha en saber cómo se llega a él. Los problemas de Ruddy como productor, las exigencias de Francis Ford Coppola (Dan Fogler) como director, los problemas creativos del escritor y coguionista Mario Puzo (Patrick Gallo) escalan. Basada en personajes y hechos reales, la serie construye una trama ficcionada acerca de un proceso de realización de un filme de ficción. Es interesante observar cómo actualiza elementos y temas. Por ejemplo en un personaje como la asistente de producción Betty (Juno Temple), quien con su inteligencia, valor y resistencia femenina, salva situaciones y problemas que parecen insuperables al mismo tiempo que descubre aspectos de desigualdad social y explotación laboral.
Aparte del punto de vista de un productor que experimenta el proceso de la realización de un filme que hizo historia, la serie revela – y utiliza en su estética –tipos de encuadre, iluminación y decisiones de Coppola que iban en contra de los cánones de la época. El cambio de ritmo y tono es calculado, sin embargo, aún así se alargan las secuencias dedicadas a los líos de la Paramount y la importancia de los criminales. Entre las divertidas secuencias de parodia y sátira, hay, sin embargo, escenas y momentos de “gran cine” que nos muestran de lo que fue y es capaz El padrino: De quitarnos el aliento. La manera cómo Marlon Brando (Justin Chambers) se transforma en Don Corleone, los silencios que congelan el set antes de una toma y la comida de los Corleone a la que invita Coppola, son escenas que se nos quedan grabadas.
¿Hacía falta que Paramount, el estudio que produjo el filme, nos ofreciera una serie? Quizás no, pero tampoco lamento que lo haya hecho. La oferta rinde homenaje al cine y sus creadores y critica a los que lo ven como simple negocio. La serie me volvió a enseñar porqué me hice aficionada al cine: Una película es un discurso que se crea en un colectivo en el que cada uno aporta lo mejor de sí. El cine es un arte en continuo movimiento. Lo que se creó hace cincuenta años como un filme que hizo historia, hoy sigue vigente y se reafirma a través de una serie que se nutre de nuestra memoria.
Annemarie Meier