"Everybody knows” canta Leonard Cohen con su voz ronca al final de la película de The Program (El engaño del siglo) de Stephen Frears. Los espectadores se quedan sentados un momento escuchando la canción contagiosa y leyendo los créditos finales mientras se reponen del impacto que les causó la historia de Lance Armstrong, el ídolo estadounidense y ciclista más exitoso del Tour de France quien perdió sus medallas y cayó a lo más hondo al confesar que seguía un programa especial de ejercicios y drogas para lograr sus triunfos. The Programes un filme fuerte que confronta al público con un tema que no se limita al ámbito deportivo. Es una especie de radiografía de una carrera criminal construida sobre el engaño y llevada a cabo en contubernio con los negocios y los medios.
The Program se distingue de otras películas acerca de carreras deportivas ya que no construye un retrato del famoso ciclista, ni describe la historia y el desarrollo del Tour de France que, más que una simple carrera de ciclismo, se ha convertido en un mito y fenómeno deportivo y mediático que concentra cada año a millones de asistentes y espectadores de cerca de 200 países frente a las pantallas. La historia que narran Stephen Frears y su guionista John Hodge se concentra por completo en el personaje de Lance Armstrong (Ben Forster) como ciclista ganador de carreras y usuario de drogas. El filme describe cómo Lance superó un problema de cáncer, decidió volver al ciclismo y mantenerse en el primer lugar a través de una preparación y un “programa” basado en el conocimientos científicos y apoyo médico. El filme también describe cómo Lance desarrolló su prestigio de ídolo estadounidense a través de su vena altruista y una fundación en pro de la investigación del cáncer. “Nunca me detectaron ninguna sustancia prohibida”, sigue repitiendo Armstrong durante el filme. La frase no lo describe como adicto sino como retador de los controles y las voces críticas que rumoreaban acerca de su uso de drogas. Su larga carrera de ganador terminó finalmente en una confesión pública.
El filme está basado en una minuciosa investigación, el estudio de testimonios, reportajes y crónicas de distintos medios. Los personajes que rodean - y dependen - de Lance antes y durante las competencias, forman parte del equipo que sigue un código de silencio y complicidad sobre las sustancias y métodos de dopaje que usan. Así el espectador se entera de que todo empezó con el EPO que compraron sin receta en una farmacia suiza, siguió con el programa de un médico italiano que suministraba sustancias como cortisona y testosterona, la complicidad de asistentes e incluso la inocencia y benevolencia de algunos inspectores del doping que temían perjudicar el deporte del ciclismo, la fama y la labor altruista de Lance.
Como protagonista de thriller el personaje de Lance es atípico porque no apela a la empatía ni la comprensión del espectador. El filme lo muestra frío, controlador y calculador en todo momento y circunstancia. En unos breves flash back nos enteramos acerca de sus inicios en el ciclismo, su boda y sus operaciones. Ninguna de estas líneas narrativas tienen secuencias. El actor le apuesta todo a ser elmejor ciclista del mundo. Punto. “¿Qué es lo que más ama en la vida?”, le pregunta su médico. “Al ciclismo y … a mi madre”, contesta Lance. “Y ¿entre estos dos?”, sigue el interrogatorio. Lance yo no contesta pero el espectador está consiente de que sólo le interesa ser el mejor ciclista. Por cierto, el actor Ben Forster construye – y deconstruye – el personaje con una admirable paleta de expresiones, gestos, sonrisas y diálogos. Su fría fortaleza convence a todos, incluso a su antagonista, el reportero de deportes David Walshquien lo observa en cada carrera y hace las preguntas incómodas en cada conferencia de prensa.
Uno de los grandes aciertos de The Programes la frialdad con la que expone a su protagonista, el medio y negocio del deporte como si siguiera la trama de un thriller criminal. El filme no busca excusas o explicaciones psicológicas, ni habla del famoso fairplayde los deportes. Para el filme, el ciclista y sus cómplices son culpables. La escena burlona que muestra cómo engañan a un inspector de doping, frases como “adelante, el bar está abierto”, los tenis con las jeringas y las latas de refrescos que sirven para deshacerse de ellas, muestran la cotidianidad con la que se usaron las drogas prohibidas.
Stephen Frears cuida enormemente la banda sonora de sus filmes. Los hits de época que acompañan las secuencias editadas entre material de archivo y escenas grabadas, son tan significativas como la respiración acelerada de los deportistas y los gritos entusiastas de los espectadores. La maestría del director para mostrar personajes al límite es una característica que apreciamos en su vasta filmografía con relatos como Relaciones peligrosas, Alta Fidelidad, Liam y The Queen.
En 2004 el alemán Pepe Danquart presentó su documental El tour del infierno (Höllentour) que muestra en unTour de Francecaptado con tres equipos de grabación, la feroz competencia y los esfuerzos de los competidores. Experimenté The Program como la secuencia de aquel filme ya que muestra la destrucción del humano por la competencia. Leonard Cohen tiene razón: “Everybody knows”… pero no conviene admitirlo.