“Ésta es una historia real” leemos en la pantalla antes de que una voz grave que recuerda los viejos noticieros de radio, nos habla de Louis Wain, un artista británico que en el siglo diecinueve “hizo suyos los gatos, inventó un estilo plástico gato, una sociedad de gatos y todo un mundo de gatos”. En el futuro los gatos que nos se asemejan a los de Louis Wain sentirían vergüenza de si mismos, sigue diciendo la voz que concluye con la certeza de que el pintor e ilustrador Louis Wain - que vivió de 1860 a 1939 - dedicó su arte a volver nuestras vidas más felices y más “gatunas”, al mismo tiempo que convirtió al gato en “la llave para los misterios de la vida”.
Después de habernos presentado a Louis Waine (magistralmente interpretado por Benedict Cumberbatch) como atormentado anciano, la película de Will Sharpe muestra imágenes de Louis y su familia en el entierro de su padre. El joven de veinte años, su madre y cinco hermanas, caminan con paraguas bajo una intensa lluvia que acentúa la tristeza de la situación. La voz de una narradora, nos informa que el joven e inquieto Louis que escribe operas y se apasiona por la electricidad, vive en la época victoriana y tendrá que hacerse cargo del sustento de su familia. Por su talento para el dibujo es contratado como ilustrador para The Ilustrated London News y sus gatos se convierten en figuras populares. Un obstáculo para su carrera profesional es, sin embargo, su amor y matrimonio con la institutriz Emily Richardson (Claire Foy), cuya edad, clase social y carácter insumiso es mal visto.
El amor por los gatos y la obsesión por pintarlos empieza con Peter, un pequeño felino que la pareja encuentra abandonado en el jardín y adopta con alegría. Fascinado por la belleza de Peter y unido con Emily en su cariño, Louis empieza a dibujar gatos. Cientos y miles de gatos, casi siempre de frente y viendo fijamente al espectador. Y mientras la vida transcurre y Louis sufre la muerte de Emily, después la de su madre y hermana mayor, el estilo de los gatos pintados se transforma: Los felinos alegres y humanizados se tornan más misteriosos, retadores, filigranados e incluso abstractos. También la pasión de Louis por la electricidad que encontraba en el boxeo, la pintura, el amor y los felinos, se transforma y parece amenazarlo con rayos que lo amenazan en sus fantasías y pesadillas.
La vida eléctrica de Louis Wain trasciende el biopic del personaje al mostrarnos las pasiones y conflictos del excéntrico artista que incluso fue internado en una clínica psiquiátrica por su conducta excesiva. Al compartirnos su profundo duelo, su histérica necesidad de dibujar, sus sueños por una naturaleza paradisiáca – convertida en pinturas impresionistas o cuadros psicodélicos - el filme nos introduce a los estados de exaltación que pueden acompañar un proceso de creación. El misterio de los gatos y la electricidad se unen en una película que nos deja pensativos.
Annemarie Meier