Cultura

Busi Cortés

  • La pantalla del siglo
  • Busi Cortés
  • Annemarie Meier

Estaba formulando mi columna sobre el anuncio de la ceremonia de entrega de los Arieles a lo mejor del cine mexicano en el Teatro Degollado en septiembre próximo y la lista de películas y profesionales nominados cuando recibí la noticia de la muerte de Busi Cortés. Me cayó como balde agua fría ya que acababa de escribir que la realizadora, guionista y docente recibiría un Ariel de oro por su trayectoria y me alegraba muchísimo por el momento de verla subir al escenario del Teatro Degollado y recibir su Ariel que merecía como realizadora de cine, series de televisión, docente de escuelas de cine y comunicación y mujer inmensamente creativa, luchona y promotora de un cine mexicano centrado en la condición y perspectiva femenina. A través de sus películas Busi me hizo conocer a personajes y ambientes de clase media de la provincia mexicana, a niñas, mujeres maduras y ancianas que comparten vidas y secretos de familia, viven su soledad en grandes casonas y buscan o anhelan a sus padres. Mientras que la mayoría de las pocas mujeres realizadoras de los años setenta y ochenta del siglo pasado contaban historias de la capital Busi Cortés describía con precisión y profundidad vidas y destinos lejos del bullicio de la metrópoli.

Busi Cortés realizó su primer largometraje después de haber producido varios cortos entre 1973 y 1984. En el marco de un programa dedicado a Operas Primas, la egresada de la Universidad Ibero y el CCC, adaptó la novela El viudo Román de Rosario Castellanos para crear El secreto de Romelia (1988), filme por el que fue distinguida con su primer Ariel. La trama de la película sucede en Tlaxcala; sin embargo, Busi solía comentar que lo que le interesaba trasmitir eran las impresiones de su niñez cuando pasaba largas temporadas con su familia en Guanajuato. Lo que impresionaba a la niña Luz Eugenia Cortés Rocha, que más tarde adoptaría el nombre de Busi Cortés, eran sus tías, quienes, como viudas o solteras, vivían solas en amplias casas de provincia. Las casas, el peso de la soledad y los destinos femeninos marcados por las convenciones sociales, son un marco impresionante para la tragedia de una mujer quien, después de casarse, es devuelta a su familia por no ser virgen.

También la trama de Serpientes y escaleras (1992) sucede en la provincia mexicana. Esta vez es en Guanajuato y en la década de los años cuarenta, donde la relación de dos niñas e íntimas amigas, se transforma por lo que hacen sus padres. Romelia Álvarez, colaboradora del filme, comenta, que Busi Cortés dirigía “con gran claridad de lo que querría que sucediera en cada escena. Pero siempre con un oído atento a los actores, productores y directores de arte. Era humana, humilde y, algo muy particular es que su familia estaba incluida en la película y algunos nos volvimos también su familia.”

Entre las las realizaciones de corto y medio metrajes, series de televisión, el intenso trabajo docente, la promoción del cine realizado por mujeres y su activismo en colectivos como la asociación Mujeres en el Cine y la Televisión, destacan también la dirección del documental Paco Chávez y la comedia de humor negro Hijas de su madre: Las Buenrostro (2005). Considero sugiero que aparte del Ariel de Oro que La AMAAC le dedicará en Guadalajara en septiembre, también deberíamos volver a ver y comentar las películas de Busi Cortés en una sala de cine, una aula universitaria o una auditorio público.


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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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