Cultura

A fuego lento: Cocinar y comer como pasión

  • La pantalla del siglo
  • A fuego lento: Cocinar y comer como pasión
  • Annemarie Meier

Mientras esperamos con suspenso la película La cocina, del mexicano Alonso Ruizpalacio, recordamos las cocinas en las que se desenvuelven películas como Ratatouille, Como agua para chocolate, Comer, beber, amar, Delicioso, Boiling Point y El menú. Todas narran historias ligadas al cocinar, comer, beber y los rituales alrededor de la comida como acto cotidiano, arte y cultura. Parecería una tendencias relativamente nueva del cine, pero no lo es. Desde los hermanos Lumiêre que le dedicaron un cineminuto al Desayuno del bebé, Charles Chaplin que se burla en Tiempos modernos de las innovaciones del comer rápido o describe la desesperada hambre en La quimera del oro que lo lleva a cocinar y comer un zapato. Los fastuosos banquetes aristocráticos de las comedias de Ernst Lubitsch se dirigían a un público que acudía a una sala de cine para huir del frío y las ollas vacías de sus casas, los comedores de pastas en las calles de Roma de Federico Fellini a espectadores que adoran la comida italiana, y La gran comilona fue una llamada de atención para el gourmet y gourmand que no come por hambre, sino por el gozo de probar delicias y quizás - como los personajes de la película - morir por el placer de comer.

Tran Anh Hung, realizador de origen vietnamita que nos sedujo con El olor de la papaya verde, centra su película A fuego lento (La passion de DodinBouffant) en la preparación de platillos refinados y en el placer de probarlos y analizarlos. Para el realizador el proceso de cocinar y comer involucra la mayoría de los sentidos, el visual al escoger las carnes, aves, verduras y especias, el olfato para reconocer las mezclas de aromas y el gusto para “desgustar” y analizar todo tipo de guisos y salsas. El proceso de cocinar y comer también va acompañado de una paleta de emociones, desde el suspenso, la anticipación, la satisfacción, el placer y, desde luego el erotismo y el amor.

El filme empieza con una introducción de más de quince minutos en los que observamos cómo la cocinera Eugénie (Juliette Binoche) sale al amanecer al jardín para escoger las legumbres y especias que necesita para los guisos, prepara un omelette, desayuna con el chef Dodin (BenoitMagimel), la ayudante de cocina Violette y su sobrina Paulina, y empieza a preparar los platillos para una gran comida. Más que una introducción narrativa la primera secuencia muestra el tema alrededor del cual se desarrolla el filme: captar el proceso de preparar deliciosos platillos, trasmitir los sentidos y sensaciones ligados a la comida, mostrar los incesantes movimientos en la cocina y las emociones que nacen a través de un acto tan creativo como el de crear platillos como si fueran obras de arte. El filme de época nos lleva a finales de los años 80 del siglo diecinueve. Como dueño de un castillo y patrón de Eugénie y Violette, Dodin cocina únicamente para si mismo y sus amigos y es conocido y altamente valorado por su exquisito arte culinario. Fue al lado de Dodin y a lo largo de 20 años, que Eugénie se convirtió en una cocinera ejemplar y es la pareja de chefs quienes reconocen en la niña Paulina su talento y vocación de cocinera. A sus once años, Paulina tiene el gusto tan refinado que detecta los ingredientes de una típica salsa de la Borgoña.

Leo el párrafo anterior y me doy cuenta que suena a reseña de un filme de promoción de la alta cocina francesa. Pero A fuego lento es mucho más. Como película de época abona al arte de la cocina y en contra del fast food que domina las rutinas alimenticias diarias de países y regiones del mundo. Como ritual aristocrático de personajes ricos que no necesitan trabajar para ganarse “el pan de cada día” y pueden dedicar dinero, jardines, jardineros y cocineras a la preparación de platillos refinados, el cocinar y comer se revela como acto cargado de significado en el que se unen los placeres con el amor. Amor como el que un padre chino materializa para sus hijas en Comer, beber, amar, de Ang Lee. Amor como el que la joven enamorada de Como agua para chocolate de Alfonso Arau contagia a los chiles en nogada. También A fuego lento revela una relación amorosa ligada al cocinar y comer. Para el filme el amor es un ingrediente natural que convierte la película en un homenaje al arte de cocinar y comer.


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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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