La resiliencia de una ciudad se puede medir por su capacidad para regenerar su centro histórico y Torreón ha realizado varios intentos por re inventarse a partir de un punto de aparente no retorno.
A pesar de tener todo en contra, la recuperación de un fragmento de la avenida Morelos hace unos años, ha sido mas simbólica que real. La Morelos, después de haber sido eje de la Ciudad por medio siglo, cayó en un deterioro lamentable hasta volverse un punto muerto de la Ciudad que comenzó a crecer hacia el norte y el poniente sin voltear a ver sus raíces.
Hoy no han regresado los restaurantes, las tiendas, las oficinas, las librerías, los hoteles que hicieron de la Morelos un verdadero paseo local.
Los intentos ciudadanos y gubernamentales le han dado momentos muy interesantes, que luego de cuatro o cinco horas cada mes, o quincena, desaparecen y el paseo pierde su nueva vocación momentánea: la cultura.
Por una parte está el esfuerzo de voluntarios y paseantes que dan vida a la avenida, hoy en tres ediciones mensuales organizadas por los restauranteros de Canirac, los pocos comerciantes y los aún menos vecinos del lugar y el mismo Ayuntamiento que se ha sumado a este esfuerzo por revivir a la típica avenida de palmeras. Aparte está el grupo de restaurantes y bares que están de moda y que son golondrinas que llegan, se van, regresan con otra identidad, pasan de moda y se vuelven a ir...ellos no forman parte de ese movimiento ciudadano que busca en el recuerdo reciente, muestras de identidad de la Ciudad.
¿Qué hacer entonces?
Los pioneros que se instalaron en las aceras de la avenida , o ya murieron, o se fueron a otra parte, y muchos de los descendientes han mostrado poco interés por revitalizar económicamente el paseo.
Los nuevos inversionistas han transformado el lugar a tal grado que resulta irreconocible y además la Morelos sigue partida en al menos tres partes, la que va de la calle Valdés Carrillo, hasta el cerro de La Cruz es la mas olvidada. La cultura, como tarea sistemática, pero única, no va a lograr que regresen los buenos tiempos, está comprobado que eso es una ilusión.
Hace falta que la acción de los ciudadanos sean reforzadas por proyectos congruentes y reales del gobierno y la iniciativa privada. Son tres factores que deben trabajar en conjunto, no solo en paz o en curiosas alianzas por el poder. La Morelos es un ejemplo de resiliencia de Torreón, si no regresan los años maravillosos, la ciudad será otra cosa, pero no el Torreón que quiere se añora.
Una ciudad que aparenta respeto a sus raíces, pierde su identidad y su vocación se convierte en veleta que se mueve dependiendo del viento.