Fui a ver la exposición fotográfica de Conrado González con capillas en la Selva Negra, Alemania, me conmovieron las imágenes en parajes solitarios, pequeñas cabañas nevadas, bosques que invitan a la contemplación… no pude evitar entonces recordar una de las películas más bellas que he visto:
“Luces del norte” (“Northern lights”) filmada en 1978 por John Hanson y Rob Nilsson, una historia de amor en medio de una verdadera epopeya de sobrevivencia de un grupo de granjeros inmigrantes, muchos de ellos alemanes, en las praderas estadounidenses y que deben luchas a principios del siglo pasado contra las inclemencias del tiempo, los banqueros, las grandes compañías agro industriales y ese sabor amargo que da el poder del dinero.
Hay una conexión entre la película de 95 minutos, realizada por un colectivo lleno de utopías que apenas si pudo funcionar para filmar la película, se hecho se habían disuelto cuando se estrenó “Luces del norte” y “Capillas de la Selva Negra” del fotógrafo lagunero Conrado González: un tono de melancolía, de contemplación, de esperanza…
En ambos casos el ser humano se enfrenta a la inmensidad de la naturaleza, de lo que trasciende el esfuerzo, el amor y la melancolía.
La pregunta sería ¿hay algo más allá de esos sentimientos?
El alma de “Luces del norte” fue la fotógrafa independiente Judy Irola, nacida en la California rural en 1943, la post “Viñas de la Ira”, la del John Steinbeck y su “Tortilla flat”, la niña acostumbrada a la vida austera, como su fotografía en “Luces del norte”.
La mirada de Irola y González es esa ternura ante la inmensidad de la naturaleza, la calma que quizá precede a la tormenta ¿qué hay más allá de la capilla? ¿hay seres oscuros en el bosque?, detrás de la ventisca en la pradera del norte de Estados Unidos ¿vendrán los comerciantes de trigo a extorsionara los granjeros sumidos en la pobreza?
Los dos artistas tienen ese toque documentalista en sus fotografías, mismo que la californiana mostró en trabajos posteriores como “La copa de oro”, “Un ave, todas las estaciones” o el Fresno, California, sumido en la vida rural de “Los hijos de los pastores de ovejas” (2014).
“Luces del norte ganó la prestigiada “Palma de Oro” de Cannes, Francia, en 1979 con el discurso del movimiento político de los granjeros inmigrantes en Dakota del Norte y mostró que el fallido colectivo que la realizó y sus tintes populistas no solo no son extraños en el arte, sino que son necesarios.
Muchos de los granjeros de “Luces del Norte” vinieron de “Las Capillas de la Selva Negra”, puedo apostar que Judy Irola, una de las primeras fotógrafas de cine en una industria cinematográfica ruda, cruel y salvaje y Conrado González, actualmente residente en Alemania, nunca se encontraron, y quizá Irola , fallecida en 2021, no conoció el trabajo fotográfico de González, pero el universo, que atrae como imán a la gente buena que son conocidos por los demás por su sabiduría y capacidad de retratar a los bosques, los sembradíos de cereales y las capillas de madera, ha reunido en un universo en una especie de fiesta del arte a dos artistas que tienen en común su amor por el ser humano y por el producto de su trabajo.
Vea “Luces del Norte” y compruebe que es una gran película y vaya al Museo de la Casa del Cerro en esta ciudad, para ver la excelente exposición de Conrado González “Capillas de la Selva Negra”.