En ocasiones –lamento mucho reconocerlo- es mejor dejar que la delincuencia actúe y léalo bien, lo escribo con todas sus letras, porque lo que los ladrones hacen, rebasa cualquier lógica humana.
Ocurrió la madrugada del martes, Diana de la Cerda de 44 años de edad, junto con su esposo atendían a un familiar que permanecía internado en el área de urgencias de la Clínica 16 del Instituto Mexicano del Seguro Social cuando se percataron que un par de sujetos trataba de quitarle la batería a su coche, de inmediato, Diana y su esposo comenzaron a gritar para dispersar a los ladrones, situación que lograron.
Los delincuentes de inmediato subieron a un taxi que tripulaban, pero Diana natural y evidentemente molesta por la situación sacó valor y se puso frente al coche en el que los ladrones pretendían huir.
Luego de gritos, insultos y amenazas el conductor del taxi decidió arrollar a Diana para escapar de la situación.
Hasta aquí y vuelvo insistir, en ocasiones y por más desesperanzadora que se torne la declaración, hay que dejar que la delincuencia actúe, permitir que los ladrones cometan fechorías, hay que pagar por las baterías de los coches robadas, hay que aceptar que las cosas son así.
Ellos, los ladrones ni cuenta se dieron que mientras huían, Diana permanecía debajo del coche, en la carrocería pues y la arrastraron 12 cuadras, léalo bien 12 cuadras y sabe la razón por la que detuvieron el carro, porque una unidad de tránsito que los perseguía les cerró el paso.
Para ese momento y por fortuna ya había un operativo desplegado que permitió que la policía y cuerpos de rescate dieran inmediatamente con el chofer y su acompañante, quienes le robaron una pila y la vida a Diana.
Lo más penoso del caso es que el ladrón, al momento de ser detenido estaba ebrio, situación que comprobaron al momento de hacerle la prueba de alcoholemia.
Ahora Juan Ernesto y José Roberto pasarán muchos años en la cárcel, pero ¿Eso le devolverá la vida a Diana?
Porque por más dinero y pena que purguen, no hay poder humano que le regrese la paz a esa familia, en ocasiones como esta ¡Que viva la delincuencia!
