Crecí escuchando la música de protesta del activista español Joan Manuel Serrat, mi padre estudiaba la carrera de medicina y su afición por su ecléctica propuesta inundaron mi mente con imaginación (porque en ese momento desconocía las palabras y más los tecnicismos ibéricos), con curiosidad, pero con enorme expectativa de lo que podría haber dicho Serrat en cada una de las piezas que oía.
Una de mis preferidas es El Carrusel del furo, al margen de que Serrat dedicó esta canción a su abuelo por otras situaciones de la cotidianeidad, la letra viene bien al momento político que vivimos en México y particularmente en Coahuila.
Algún día, Marcela Moreno, la Editora de este medio y un servidor entrevistamos a un prominente político; ejercía una posición de poder muy importante y en el auge de su carrera pudimos charlar con él en su despacho.
Al finalizar la plática nos llevó al balcón de su oficina que daba a una plaza pública y nos dijo una frase que decidí guardarme para la posteridad porque simplemente la he validado al paso del tiempo:
"Todos (en momentos electorales) se suben al volantín, (empresarios, otros funcionarios de gobierno y políticos con poder) van y les dicen que son ellos los buenos y se la creen".
Hay personajes (y no me refiero a este momento en lo particular), que escuchan "el canto de las sirenas" y se pierden, equivocan el rumbo y terminan por sepultar sus carreras y aspiraciones.
Ricardo Mejía Berdeja, efectivamente tenía un amplio respaldo del mismísimo Presidente de México, es más, pusieron las reglas a modo para lograr posicionarlo en las encuestas de opinión, retrasaron la designación del coordinador de las defensorías de la Cuarta Transformación en Coahuila (a pesar de que en el Estado de México, Delfina ya había sido electa) para que su nombre y perfil cobraran importancia, pero el resultado fue contundente:
La base encuestada se inclinó por Armando Guadiana, situación que Mejía Berdeja no logró superar.
A pesar de ostentar una posición importante dentro del círculo de poder del Presidente López Obrador, Ricardo decidió poner en vilo su labor dentro del gabinete y desafiar a su jefe político al renunciar apenas este viernes a la Sub Secretaría de Seguridad Pública federal para que otro partido (distinto a Morena) lo postulara al Gobierno del Estado, la pregunta es:
De dónde quiere Ricardo Mejía sacar adeptos para contender por ese encargo sin el respaldo de una marca política como Morena.
Creo que siguió "la senda de los niños y el perfume a churros, que una nube de algodón dulce lo esperó el furo".
Nota: Mejía Berdeja se despidió, sí con una carta muy bonita y llena de elogios para López Obrador, pero el trancazo ya estaba puesto.