Nuestras fuerzas armadas se mueven en una línea muy delgada que las coloca en situaciones límite y son objeto de un permanente escrutinio por organismos defensores de los derechos humanos. También hay un amplio debate al respecto: no apegarse al debido proceso ha sido puerta de salida de la cárcel de miembros de la delincuencia organizada.
Veo con profunda tristeza e indignación la forma en que se utiliza a pobladores como escudo, incluso para agredir a nuestros marinos y soldados, como ocurrió en días recientes.
Me parece de la mayor urgencia establecer protocolos de actuación para casos como La Huacana y otros lugares del país. Si se pierde el respeto, si se agrede con total impunidad a estos pilares de la vida institucional de nuestro país, ya no tendremos a quien respetar.
Las fuerzas armadas fueron empleadas sin un marco legal que les diera certeza jurídica. Hoy, con la creación de la Guardia Nacional, aunado a la estrategia de seguridad pública del gobierno federal, tenemos la esperanza de que la situación mejore.
Desde siempre he guardado una gran admiración y respeto a dos instituciones baluartes en la vida del país: la Secretaría de la Defensa Nacional y la Secretaría de Marina.
Hace unos días perdieron la vida seis elementos de esta institución al combatir incendios forestales; se desplomó el helicóptero en que viajaban. Muchos soldados y marinos han fallecido en el cumplimiento de su deber.
En Guerrero, elementos de esta gran institución pusieron en riesgo su vida para rescatar y salvar la vida de niños, mujeres y adultos mayores, luego del paso de Pauline, Ingrid y Manuel. Algunos de estos “héroes desconocidos” perdieron la vida en el cumplimiento de sus funciones, lo que me llevó como gobernador, a compensar a sus familiares, independientemente de las prestaciones de ley que recibían.
Hoy la Secretaría de Marina se encuentra en las mejores manos en la persona del secretario José Rafael Ojeda, quien es el almirante de mayor antigüedad, ha sido comandante en diversas regiones navales y hasta hace poco fue contralor general de la Secretaría de Marina.
El presidente Andrés Manuel López Obrador no pudo haber hecho mejor elección. Ojeda cuenta con muchas prendas, pero hay dos que le distinguen: la honestidad y la lealtad.
Del anecdotario:
Luis Miguel ha sido desde siempre un ícono de Acapulco, por ello en el año 2013, siendo yo gobernador de Guerrero, decidí invitarlo para que se convirtiera en el primer promotor de nuestros destinos turísticos.
Acordamos vernos en un pequeño hotel-spa rumbo a Barra Vieja, donde se preparan deliciosos pescados a la talla.
Después de esperarlo por algunos minutos, llegó enfundado con una camisa negra y unos lentes obscuros que nunca se quitó durante el desarrollo de nuestra charla.
–¿Cómo está gobernador?
–Muy bien, Luismi.
–Agradecido que me haya invitado a promover mi querido Acapulco. Le quiero proponer que hagamos un video con gente nativa de Acapulco, con escenas que motiven la añoranza y los bonitos recuerdos de nuestro puerto.
–Me parece muy bien –le contesté.
Antes, pedí a mi jefa de prensa nos tomara una fotografía, a lo que se opuso un “guarura” gordo de cerca de dos metros, quien no se despegaba un solo minuto.
Seguimos nuestra conversación, recordando pasajes que había vivido en Acapulco.
–¿Por qué te fuiste de Acapulco, Luismi? –pregunté.
–La verdad es que la inseguridad está terrible, pero con usted estoy dispuesto a regresar.
Lo celebré.
Luego me pidió que nos hiciéramos algunas fotografías, a lo que contesté: cuando tu guarura lo permita.
Se apenó mucho y llamó la atención a su ayudante, que solo le hablaba en inglés.
Al final nos dimos un abrazo y me confirmó que pronto volvería a Acapulco.
Ojalá que nuevamente Luis Miguel esté con nosotros para volver a disfrutar “Cuando calienta el sol”.
La vida es así…
* Ex gobernador de Guerrero