La capital poblana por fin tiene una Feria Internacional del Libro, y para ello se necesitó voluntad política y ganas de trabajar; además, por supuesto de aguantar la crítica. Y es que no faltaron inquisidores que cuestionaron el por qué hacer un evento así, si en días recientes se tuvo uno desde la academia.
En primera instancia, hay que darle tiempo al tiempo y ver cómo se va trazando la personalidad de cada uno de ellos, y que ni uno ni otro sobran, porque la promoción de la lectura y acercar voces de autores, críticos y analistas en torno a los libros, nunca estará de más.
En ese sentido, y tras participar con una exposición en el foro Palafox, ubicado en la 3 oriente, en medio de la Catedral y el Palacio Municipal, justo cuando una manifestación de la 28 de Octubre arreciaba con sus consignas a todo pulmón, surgió una reflexión. Hay que seguir formando público, hay que construir lectores.
Y es que de nada sirve que las bellas ediciones impresas luzcan en rebosantes anaqueles si no logramos que la gente conecte con los libros.
Durante un recorrido por la FILIP tuve la oportunidad de platicar con un vendedor de libros con el que abrimos la conversación en torno a Momo, una novela infantil escrita por el inmejorable Michael Ende, que de pronto parece no estar tan enfocada a los niños si se ve desde uno de los puntos torales de la obra: la gente no escucha.
Hoy más que nunca la sociedad vive abstraída frente a las pantallas, decía el vendedor de libros, estamos platicando y las personas no quitan la vista de sus celulares. Al momento que lo decía, una persona que también se había integrado a la charla hacía justo eso. Irónico, dijimos.
¿Cómo hacer que la gente vuelva a conectar con un libro? Si lo reflexionamos, hoy sería un gran dispositivo de almacenamiento de información, que además no requiere baterías ni estar conectado a la luz.
Habría que decirles a los visitantes de esta Feria, que no solo miren las portadas, que sientan la textura del libro, que lo huelan, que disfruten el diseño editorial y cada elemento que, con pasión, puso cada uno de los involucrados: desde el escritor hasta el prensista.